Opinión
Ver día anteriorMiércoles 4 de mayo de 2022Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Vuelta al precipicio
S

in clara lectura y peor análisis, la oposición se vuelve a lanzar por el bloqueo completo a la reforma electoral del Presidente. Tal parece que todavía no resiente el rechazo popular que le aguarda para tiempos electorales ya muy cercanos. Ahí se verán los resultados y sus consecuencias por la algarabía y cerrado espíritu de cuerpo mostrado contra la completa reforma eléctrica. Insiste la coalición opositora en bordear el precipicio que se ha formado para aquellos que se oponen, tan alebrestadamente y peor aconsejados, a mejorar, tanto la industria energética como ahora la vida democrática del país. El alejamiento respecto de los sentimientos de la ciudadanía, medidos por numerosas encuestas, no ha sido calibrado con atención y sensibilidad por los tres partidos que integraron el bloqueo. El caso del PRI no sólo es ilustrativo, sino de seria gravedad.

Si bien los dirigentes partidarios han sido un tanto parcos en calificar la nueva iniciativa presidencial, sus asesores y acompañantes mediáticos se han lanzado, con inveterada costumbre, a las condenas terminales respecto de todas las posturas oficiales. Vuelven, una y otra vez, con sus feroces dictados para recetar sus gastadas tesis doctorales de antaño. Todo, sin excepción, se reduce, según versión conocida, porque rellena el afán destructivo de instituciones del Presidente. Sus desplantes de protagonismo lo llevan a desbaratar lo que durante años, se presume con inaudita seguridad, construyeron los gobiernos atados al modelo concentrador. Cualquiera de las modificaciones que se avancen en el ámbito público representan, para la consagrada opinocracia, una oportunidad de repetir sus ineludibles y catastróficos pronósticos. México, para ellos, se encuentra bajo la tiranía de un personaje que va dejando ruinas por doquier. No atinan a vislumbrar otra cosa que no sea la tragedia que se ha enseñoreado por la rozagante República, esa misma que les retiró su apoyo de manera por demás drástica. Y no sólo eso ocurrió en el ya lejano 2018 de sus penas e incomprensiones, sino que lo ha repetido con números terribles para sus aspiraciones. Esperaban derrotar a López Obrador en este 2022 de las consultas y, en una astuta y sagaz táctica de retirada, recomendaron a sus oyentes no participar. Prefirieron la valiente alternativa del avestruz. Tendrán por delante la siguiente visita de electores a las urnas para seis gubernaturas ya en puerta.

El que un senador (Morena, HV) califique a la disputa en ciernes de batalla campal da pie a una notable guía de las letras y el pensamiento crítico tirarse a fondo y declarar proscrito al osado y dizque peleonero legislador. Don Héctor, según su mordaz y penetrante juez, se afilia a esa línea de rijosos que ven traidores por doquier. La estigmatización de la disidencia al grado de paredón es la siguiente nota que advierte en el horizonte republicano. Muy a pesar de que nadie, ni un solo caso de daño corporal, se ha ocasionado. Nadie, en los más de 13 años de aguerrida campaña y los siguientes tres y medio de gobierno que han pasado puede presentarse como agredido. ¡Ah! Pero qué tal la polarización que día con día se alienta desde el calificado como púlpito de las mañaneras. Ahí está, apunta con el flamígero dedo, todo el secreto que se ya ha sido desentrañado.

Terminar con el INE –un decir repetitivo y coincidente– es un atentado contra la democracia. Y tras ese tipo de insignes voces críticas, ya se atisban las ruinas que seguirán al lanzarse al combate en tropel. Tantos años, tanto esfuerzo, tanta imaginación positiva para ir perfeccionando la institución que ha garantizado el voto y lo ha contado tan bien, para que este energúmeno tabasqueño venga a destruirlo, sin contemplación ni sano juicio. Unas cuantas propuestas de perfeccionamiento al actual marco y bajo dura cuestión de legitimidad, significan, para los gratuitos defensores una amenaza de exterminio. Elegir consejeros y magistrados por el voto popular es señal del acabose autoritario.

En esa treta se esconde, alegan sin pudor, la tentativa de controlar el engendro que saldrá después. No se ha reparado en que el año venidero saldrán cuatro de los actuales consejeros, incluyendo al defendido presidente. Entonces Morena tendrá la fuerza para negociar en su favor cuando menos a tres de ellos. De modo que, con los ya cercanos a sus posturas en funciones, llegarán a siete y entonces cambiará el balance actual. Adicionar el menor gasto al suprimir las Oples de los estados o pagar menores salarios a los de arriba o retirar fideicomisos ilegales, ¿es acabar con la institución? Mejor lancen otras alertas y no alebresten a los partidos que todavía tienen de oyentes. La ruta adecuada será, de nueva cuenta, abrir la discusión para que, ahí, en ese agreste terreno se dirima, con toda tranquilidad, la batalla campal aludida por el senador Vasconcelos.