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Ciudad perdida

Frenar precios y abusos, obligado

M

añana se presentará en Palacio Nacional el plan para contener el galope inflacionario que cada día se acelera más, y cada vez causa más daño a la economía de los habitantes del país.

El control de precios, uno de los diques para frenar el fenómeno, no está considerado dentro de las medidas que se anuncien, esto para tranquilidad de las conciencias negras de la economía que buscan motivos para atacar al gobierno actual.

Sin embargo, hay que tomar en cuenta los dos factores fundamentales que sin ser economistas resaltan a la vista de cualquiera: la escasez y el abuso.

Contra el primero de esos factores, luego del periodo de no producción a que obligó la pandemia, poco se puede hacer, reactivar el campo y la industria que surten al mercado es una tarea que lleva tiempo, lo perdido no es posible reponerlo.

Lo otro, el abuso, sí debe detenerse. Resulta increíble que en el mercado de alguna población de los estados colindantes con esta ciudad, los productos como el limón tengan precios hasta 100 por ciento más bajos que los que se ofrecen en la capital, y que la especulación, en muchos casos, éste en pleno auge.

¿Cuánto?, ¿en qué porcentaje el alza en los precios se debe a la pandemia?, ¿cuánto significa el abuso? Tal vez el control de precios no sea efectivo, pero sí debería existir algo que vigilara y diera cuenta pública de los precios de mercado.

Uno no alcanza a entender por qué a todos los líderes de la sociedad civil que siempre tienen lista una idea para vigilar cada paso del gobierno, no hacen nada cuando se trata de los abusos que se comenten desde las trincheras de la iniciativa privada.

Y lo peor, ¿por qué los gobiernos que tienen los instrumentos legales para vigilar y denunciar esos abusos no lo hacen de manera contundente, valiéndose de todos los medios posibles a su alcance?

Hoy, como nunca, se requiere frenar el abuso, darle fuerza a las instituciones para que la gente tenga confianza en el quehacer del gobierno en su defensa. La oportunidad tal vez sea única.

Entender la realidad del campo y las distorsiones que sufre en manos del coyotaje, que junto con las organizaciones criminales ya manejan parte del mercado de alimentos en el país, es un obligación de este gobierno.

Esta bien, no al control de precios, pero cuando menos deberían crearse los canales de mercado que permitan al productor ofrecer su mercancía directo al consumidor. La idea es vieja, se ha tratado de efectuar en varias ocasiones y en todas ha fracasado. No obstante hoy las condiciones del mercado son diferentes.

La venta directa podría lograrse si se integran algunos factores, como la utilización del Internet, para hacer más efectiva la distribución y la compra de los productos, paso que hoy recorre el coyotaje y las grandes firmas de supermercados.

En el campo urgen nuevas formas para el mercadeo, formas acordes a los instrumentos que sólo utilizan quienes viven de la intermediación. Sí la inflación esta compuesta por hechos incontrovertibles, pero hay, desde luego factores que pueden y deben controlarse. No hay tiempo para miramientos.

De pasadita

La oposición al gobierno actual sólo ofrece, desde todos los terrenos, la destrucción, no la critica, porque la critica que se construye sobre un terreno falaz es mentira, difamación, algo que es el pan de cada día en las redes sociales.

Ahora apareció en la pantalla del celular un video en el que un grupo de personas abuchean a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y se trató de señalar como un hecho fresco; no obstante, eso sucedió en Coyoacán algunos años atrás. ¿Por qué les da tanto miedo la jefa de Gobierno que son capaces de lanzar calumnias y patrañas en su contra? Cada vez son más peligrosas las benditas redes.

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