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Adela Cortina pugna por entender la vulnerabilidad como impulso que forje una ética cosmopolita
 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de abril de 2022, p. 4

Reivindicar la vulnerabilidad y entenderla como un impulso solidario para forjar una ética cosmopolita, es la propuesta del libro Ética cosmopolita: Una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia (Paidós) de la filósofa Adela Cortina (Valencia, 1947).

En entrevista con La Jornada, la autora analiza de qué manera “un virus (el covid-19) surgido en China, que no comprendemos muy bien, tal vez salió de un mercado de animales salvajes o de un laboratorio, pero ha provocado una cantidad impresionante de muertes en el mundo; eso nos demostró que somos absolutamente vulnerables y, por tanto, nos necesitamos para sobrevivir.

“Experienciar la vida es fundamental, reflexionar sobre la pandemia, ver nuestras debilidades y fortalezas para replantearnos el futuro, era necesario. Así que, durante el confinamiento, pensé en cómo la estábamos viendo desde lo ético y lo político, que es mi profesión.

Somos frágiles, deberíamos entenderlo siempre; así nos daríamos cuenta de que lo más valioso que tenemos es nuestra relación mutua, la posibilidad del apoyo y la oportunidad de ayudarnos unos a otros.

El virus llegó “para darnos cuenta y en el futuro organizarnos con una solidaridad que nos ayude a sobrevivir.

Hay que desprendernos de la convención de que la dependencia es frustrante; todos somos hijos del cuidado, debemos reconocernos recíprocamente como iguales, dotados de dignidad y necesitados de ayuda. La autonomía se conquista en solidaridad, afirmó.

Para la también profesora emérita, los problemas planteados frente a la crisis tienen que abordarse desde la ética (del griego ethos), la cual definió como carácter.

“Todos los seres humanos, por nacimiento, tenemos un temperamento que no hemos elegido, pero lo vamos forjando por repetición, por lo que ha pasado a lo largo de nuestra vida. Son disposiciones que construimos en sentido del otro.

“Los hábitos adquiridos predisponen elecciones; es decir, quien se acostumbra a elegir desde la justicia, acaba siendo justo; quien se acostumbra a elegir desde la prudencia, acaba siendo prudente; en conjunto todas esas predisposiciones son ‘carácter’”, detalló Cortina.

“El ethos es indispensable para que una sociedad funcione bien. Las leyes e instituciones son fundamentales, pero la ética es esencial, si no hay una buena predisposición de las personas o los pueblos, no podemos resolver problemas.

“En un país, la clave es la educación; con ella se forja el carácter. Desgraciadamente, no se le pone atención. Hay que organizarla muy bien, no sólo desde la vía formal, como en escuelas y universidades, sino que la calle también educa, la familia, los medios de comunicación, las redes sociales, todo educa.

“La culpa nunca es nuestra: de niña iba a un colegio religioso; ahí la culpa la tenía el diablo, pero luego, durante la carrera, era el sistema, y después la globalización. ¿Dónde queda nuestra responsabilidad?

Y sí, los de mayor responsabilidad son los que tienen más poder, pero todos la tenemos en distintos grados. Comprendido esto, podemos hacer algo. Así se constituye la libertad: la idea de poder regirnos por nosotros mismos, ser ciudadanos, ése es el gran reto.

De acuerdo con la investigadora, la democracia confiable se crea desde un entorno político con valores éticos compartidos. Por ello, se deben potenciar las humanidades, ya que, dice Cortina “están desvalorizadas, se priorizan la tecnología y la ciencia, porque dan dinero.

Agregó: “Sin embargo, dedico un capítulo a explicar su importancia; son útiles, dan dinero, el tema cultural es impresionante, pero, también son fecundas. Las humanidades ayudan desde dentro a organizar nuestra vida desde la filosofía, la historia y el arte.

“El progreso de la humanidad necesita del desarrollo tecnológico y social, entablar diálogos para entenderse entre sí, requiere de una base cultural común ética. Hay culturas y propuestas diferentes, pero al tener esta base podemos llegar a acuerdos ante el progreso científico y técnico que también nos ha hecho vulnerables.

Vivimos en sociedades, cada vez, más cosmopolitas. Hay una mezcla muy buena y saludable, cada vez estamos más abiertos al mundo. Por ello, en el último capítulo recojo esos rasgos para permitir reconstruirla, ya hay mimbres para ello, se están tejiendo constituciones, estamos en ese camino. Uno pensaría con la guerra de Ucrania, ¿será posible el cosmopolitismo? Creo que es necesario. concluyó.