Editorial
Ver día anteriorDomingo 6 de marzo de 2022Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Impacto económico de la guerra
E

l Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió ayer que los ya serios impactos económicos globales de la guerra en Ucrania, desatados por la invasión rusa, serían aún más devastadores si el conflicto se intensifica.

Estos costos afectan en primer lugar a la propia Ucrania, debido a la necesidad de afrontar la reconstrucción de todo tipo de infraestructuras destruidas o dañadas en los combates, pero también se hace sentir en el resto del mundo a través de las caídas en las bolsas de valores y del repunte en los precios de los energéticos y las materias primas. La escalada en la cotización del petróleo, que inició incluso antes que la guerra, ya llevó al hidrocarburo a rozar los 120 dólares el barril, una marca que no se veía desde junio de 2014; sin embargo, las alzas también se registran en metales industriales y en cereales, que constituyen la dieta básica de buena parte de la humanidad, como el trigo, el maíz y la soya. El primero de ellos se encuentra en su precio más alto en 14 años. En México, esta tendencia ya obligó a las autoridades a renunciar al cobro del impuesto especial sobre productos y servicios (IEPS) para proteger a los ciudadanos del alza en los precios de las gasolinas, y se traduce también en nuevos aumentos en el precio del gas LP, usado en la gran mayoría de los hogares.

Como señaló el organismo multilateral, el impacto de este fenómeno se amplía por ocurrir en un contexto en que muchos países ya encaran la inflación más alta en décadas (si bien en una escala incomparablemente menor a la que estremeció al mundo, y en particular a Latinoamérica, en el decenio de 1980) y cuando el planeta entero se afanaba en reactivar las actividades económicas ralentizadas o incluso suspendidas a causa de la pandemia. Además, el alza en los precios de energéticos y materias primas afecta de manera desproporcionada a los sectores más vulnerables de la población, los cuales destinan un importante porcentaje de sus ingresos a esos bienes y, asimismo, es sabido que el costo de los combustibles se transmite al resto de los sectores por su papel en la producción y distribución de todo género de mercancías.

No puede caber ninguna duda de que la principal razón para poner fin a cualquier guerra es el intolerable costo en vidas y el sufrimiento humano causado por el recurso de las armas para dirimir diferencias o imponer intereses. Si a ello se suman las consecuencias económicas, tanto para los directamente involucrados como para las naciones del todo ajenas al conflicto, sólo queda hacer votos por que la comunidad internacional empeñe todas sus capacidades en buscar una salida pronta y pacífica a las hostilidades.