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Líneas por el Che Guevara
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▲ Carlos Pellicer en La Venta, 1951Foto del libro Iconografía
Periódico La Jornada
Domingo 16 de enero de 2022, p. 3

Era la llama andante de la Revolución.
Es la llama en la mano de todos nosotros.
Era el hombro que sostiene la tempestad.
Es el árbol desnudo de todo fruto ocioso.

Vamos a condensar el humo de nuestro
cuerpo
para darle materia al tiempo,
para no ser tan pronto un recuerdo,
para vivir encendiéndonos.

Su muerte viva nos llama a todos,
es la llama que anuncia el fuego nuevo,
es la participación necesaria y dichosa
para no morir de sueños.

La abolición de la noche
pero no de las estrellas.
Todo lo que haya de luz en nosotros,
que oiga y que vea.
Que vea y que oiga,
que oiga y que vea.

Bolivia es Bolívar y el Sol es Bolívar.
Los Andes amontonan la soledad de la
altura
y la aglomeración de la selva sesiona día
y noche.
Ideas.
Acciones.
La selva está allá abajo con sus fábricas de
vida
y en muy altos subterráneos se construye
la muerte.
Campesino y minero:
en tus manos ha dejado su sangre
el que lo quiso y el que lo quiere,
el que lo quiere siempre,
el que aunque tú no llegues
él siempre viene.

Estamos en la aurora de los pueblos
que quieren ser un solo pueblo.
La Cruz del Sur abre la luz de sus brazos.
Queremos ser un solo deseo.
Ella se arroja a nuestro pecho
desde el Techo magnífico de Bolivia.
Nos mataría si no nos diésemos prisa
en trabajar por éstos, por esos y por
aquellos.

Necesitamos ser todos los pueblos.
Bolívar y san Martín
y el Che Guevara son los ejemplos.

Lomas de Chapultepec, 1967.

Las estrofas a José Martí

Estás, adolescente, encadenado.
Estás, joven maestro, desangrado.
Estás, íntimo sol, abanderado.

Entre cañaverales,
la estatua sudorosa de algún negro
bebe tu nombre fino de cristales.
Todo el mar de la isla se congrega
al hilo de tu nombre
y con los blancos niños de tu palabra juega.

¡Con cuánta holgura
cabe tu sombra
bajo la tarde de tu ternura!
El ángel de la guerra
habla
y desde cualquier nube la lucha entabla.

Se oye la tierra
bien predispuesta al mar y al sol de fuego
planta en el aire tu sueño andariego.

La estrella solitaria de tus ojos
salta de un cielo a otro
soltando águilas rojas entre sus vuelos rojos.
Tu mirada estrellada de amanecer de potro.

La independencia juvenil
y tan cubana y tan gentil
que hay en un poeta fusilado.*
Se oye en su pecho encantado
la pequeña legión de un tamboril.

¿Adónde con la muerte
va tanta vida?
Una vez más mi América se juega su suerte;
Águila o sol levantan el vuelo en noche
escondida.

Foto
▲ El poeta tabasqueño captado en 1965 en Tepoztlán.Foto del libro Iconografía

¡Cuánta vida a caballo en un instante
va a morir!
¡Cuánta manera de vivir
esa sangre al galope tuvo en su trueno
atlante!

La música por dentro
llevada y tan oída,
que un Continente entero la encuentra
toda al centro
de un cielo libertad a todos encendida.

Te necesito en esta hora
en que la militarada
una vez más a Bolívar destierra.

Te necesito en esta hora
en que el cadáver de Sandino
en mi corazón se quema.

Te necesito en esta hora
en que el petróleo y el estaño
han principiado a entrar de nuevo en
mis venas.

Te necesito en esta hora
en que mi lengua cristiana
pregunta a los ricos por tanta miseria.

Te necesito a esta hora
de horizontes que huyen
y el horror glorificado por la ciencia.

¡Líbranos de la ciencia
en manos de los déspotas y de los
millonarios!

Tu boca llena de Dios, tu heroica decencia
nos haga esbeltos ríos con generoso estuario.
Que la América mía se unte de tu presencia
y haga de tus palabras su nuevo abecedario.

Hermosa vida tuya tan joven como el cielo
cuando una estrella nueva le da nuevo lugar.
Yo te he seguido en México sin que tú lo
sospeches
y he tenido la dicha de ponerme a llorar.

¿Qué amistad es la tuya que en la América
mía
electrifica el aire de extraña simpatía?
Y tiene tu maestría la actitud fraternal
del agua cuando toma la forma de cristal.

Y sí; tu gloria es grande, pero tu corazón
tiene un pájaro preso
y un color de embeleso
sale al joven aroma de su dominación.

Yo te digo maestro, pero no sé por qué
se me ocurre tomarte del brazo y todo fe
al fuego de tus ojos de horizonte naval
confiarte mis angustias tan llenas de
esperanza,
y en mi desesperante pasión por la bonanza
de América, mirarte sonreír matinal

Bueno, después de todo, qué profunda
alegría
saber de ti. Releo tus libros. Tu retrato
honra mi casa. Eres Poema y poesía.
¡Qué gusto de sentirme suela de tus zapatos!

Tal vez en nuevo día te encontraré en
Caracas
delante del sarcófago del Héroe sin segundo,
te escucharé: ¡qué idioma que entre
diamantes sacas!
(Libertad, Dignidad: Me opondré a las
resacas de la marea helada que hace crujir
el mundo.)

*Juan Clemente Zenea.

Las Lomas, a 20 de enero de 1953

Poemas tomados del libro Obras: poesía, de 1986.