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Dar lugar a la ternura en medio de la crueldad, placer al escribir: Gurnah
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▲ La Academia Sueca transmitió ayer el discurso Writing, con el cual Abdulrazak Gurnah, en un breve video grabado desde su lugar de residencia, aceptó el Premio Nobel y en el que habló sobre las huellas del colonialismo de su natal Zanzíbar, Tanzania en la actualidad.Foto Captura de pantalla
 
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de diciembre de 2021, p. 3

El Premio Nobel de Literatura 2021, Abdulrazak Gurnah (Zanzíbar, 1948), ofreció su discurso de aceptación con el relato del placer de la escritura que conoció en la infancia y que después de la migración al Reino Unido en su juventud cambió para ahondar en las persecuciones y crueldades que los gobernantes buscaron borrar de la memoria.

El acto de narrar, al que ha dedicado gran parte de su vida el novelista de 72 años, ha sido para trasladar tanto la fealdad como la virtud, y que el ser humano salga de la simplificación y el estereotipo, cuando eso funciona, surge una especie de belleza.

La Academia Sueca transmitió ayer por Internet el mensaje del autor de origen africano, quien en un breve video grabado desde su lugar de residencia habló sobre las huellas del colonialismo de su natal Zanzíbar, ahora Tanzania, y también de los actos de racismo que observó en Gran Bretaña, país al cual huyó después de la revolución en 1964.

Fue en medio de la angustia de la vida de extranjero donde comenzó a reflexionar sobre muchas cosas que no había considerado antes, durante un periodo prolongado de pobreza y alienación surgió un tipo de escritura diferente a la que había conocido en la niñez. Me quedó más claro que había algo que tenía de decir, una tarea que hacer, sacar lamentos y quejas, relató pausado y firme en el discurso pronunciado en inglés, misma lengua en la que ha forjado 13 novelas, más una veintena de libros de relatos y ensayos.

Detenciones, ejecuciones, expulsiones y un sinfín de indignidades y opresiones descendieron del profundo caos a mediados de la década de los 60, cuando tuvo que salir muy joven, detalló el autor de Paraíso, novela histórica publicada en 1994 que le dio gran notoriedad, incluida la nominación al premio Booker. Al anunciar al galardonado en octubre pasado, la Academia Sueca destacó los relatos empáticos y sin concesiones de los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados atrapados entre culturas y continentes.

Escribir siempre ha sido un placer. Con esta revelación inició el Nobel su discurso titulado Writing, en el que comenzó contando que desde la infancia le gustaba escribir, sin fin alguno, y la lectura le hacía desvelarse hasta que su padre le pedía apagar la luz. En estos esfuerzos juveniles no había deseo por decir nada en particular, de recordar una experiencia memorable, de expresar una opinión firme o alguna queja. Luego, al estar lejos de casa, su literatura adquirió un nuevo carácter, sobre la memoria, la opresión y el colonialismo.

Gurnah recibió su medalla y diploma el pasado lunes en Kent, Gran Bretaña, en una distancia obligada por la pandemia de Covid-19. A los galardonados de cada una de las categorías les llegará su reconocimiento a sus países de residencia.

El quinto escritor de origen africano en ser reconocido con el mayor galardón a las letras expresó que en los primeros años en el país europeo pudo reflexionar sobre las mentiras y engaños con los que se habían consolado. Nuestras historias fueron parciales, silenciosas sobre muchas crueldades. Nuestra política condujo directamente a las persecuciones que siguieron a la revolución.

El racismo también apareció en voz del galardonado, pues al estar en Gran Bretaña otros asuntos se volvieron más claros siendo un extraño, un forastero. Fue en los discursos casuales, en los chistes racistas en la televisión, en la hostilidad en tiendas, oficinas y en el autobús; no pude hacer nada respecto a ese recibimiento, pero aprendí a leer con mayor comprensión, así que creció el deseo de escribir en rechazo de quienes nos despreciaban y menospreciaban.

Abordar el colonialismo era necesario para la comprensión de una historia que se volvió clara cuando vivió en Gran Bretaña, más cerca de su origen, y no como durante su educación colonizada en el archipiélago de Zanzíbar.

Los de su generación fueron hijos del colonialismo, diferentes a sus padres y a los que vinieron después.

Crecimos en un periodo de alta confianza imperial cuando la dominación disfrazó su verdadero yo en eufemismos y accedimos al subterfugio de la forma en que el encuentro colonial había transformado nuestras vidas, que nuestras corrupciones y desgobierno fueron en cierta medida también parte de ese legado colonial.

La literatura, por más de cinco décadas, ha servido para pensar en el hogar natal, el mundo y el ser un extranjero.

Pero escribir no puede tratarse sólo de batallas y polémicas, por muy estimulante y reconfortante que pueda ser, añadió en el mensaje divulgado un día después de haber recibido su medalla y diploma en su hogar.

La crueldad, el amor y la debilidad se convierten en el tema tarde o temprano, dado que la preocupación de la literatura es la vida humana, destacó. Entonces, aparece esa mirada que deja lugar a la fragilidad y la debilidad, a la ternura en medio de la crueldad y a la capacidad de bondad en fuentes no buscadas.

Y por eso, un poco milagrosamente, ese placer juvenil por escribir del que hablé en el comienzo sigue ahí después de todas las décadas.