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Advierten sobre daños por contaminación acústica
 
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de noviembre de 2021, p. 19

Según integrantes del Colectivo Ciudadano +Seguridad Aérea –ruido, así como una agrupación española de juristas contra el ruido, la contaminación acústica puede matar y destruye familias y a la economía; además, aumenta el azúcar en la sangre y la presión cardíaca.

Al criticar el rediseño del espacio aéreo con motivo del arranque de operaciones en marzo de 2022 del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, reconocieron que las operaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México son igual de perjudiciales. No obstante, acotaron que la diferencia radicaría en que con las nuevas rutas se afecta a más personas y existe menos distancia entre los aviones y las casas, debido a que las aeronaves sobrevuelan zonas más elevadas.

En algunos casos llega a ser menos de 500 metros entre el avión y la casa habitación, aseguró Rafael Trovamala Landa, investigador invitado del Laboratorio de Acústica del National Institute of Standards and Technology.

El catedrático del IPN aseguró que existe una responsabilidad judicial por parte de las autoridades. Si estuviéramos en España, ya estarían en la cárcel, porque judicialmente tendrían responsabilidad grave, ellos son los que tienen la obligación de prever el impacto.

Yomara García, presidenta de la Asociación Nacional de Juristas contra el Ruido, dijo que “está en juego la salud de muchísimas personas.

El ruido es un contaminante invisible que mata. En España han sido condenados alcaldes y concejales por contaminación acústica, añadió la abogada española.

Según un análisis que realizaron con sonómetros clase I, (unas) 26 colonias se han visto afectadas por la readecuación del espacio aéreo. La intensidad de los sobrevuelos supera los 80 decibeles (y) exceden para todos los puntos el valor recomendado para el horario nocturno, que es de 40 decibeles, por lo que el ruido aéreo produce afectaciones en el proceso de sueño.

Asimismo, los valores obtenidos de más de 55 decibeles establecen un posible deterioro en el proceso cognitivo de los niños.