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Dependencia financiera de los estados // Deuda y gasto superfluo los asfixian // Salinas-PAN: “fue en un cabaret…”

E

n el cuento de nunca acabar, el problema, lejos de amainar, se agudiza año tras año, algo que por lo visto tiene sin cuidado a los gobernadores, quienes sólo estiran la mano, arman escándalo si no obtienen las cantidades por ellos exigidas, no toman cartas en el asunto ni pretenden mejorar el perfil recaudatorio de sus respectivas entidades, pagan sumas estratosféricas por las llamadas asociaciones público-privadas (todas ellas con precios inflados) y se endeudan a niveles insostenibles. Eso sí, gastan a manos llenas, sobre todo en ellos mismos.

La Auditoría Superior de la Federación (ASF) lo resume así: En promedio, las finanzas de los estados y municipios del país dependen en 90 por ciento o más de los recursos públicos que les transfiere el gobierno federal, mientras en sus respectivas entidades el raquítico nivel recaudatorio prácticamente no se mueve –si lo hace, suele ser descendente–, en espera de que la Federación tape los hoyos” financieros por ellos abiertos. Los virreyes no quieren asumir el costo político de incrementar o crear impuestos locales, en el supuesto de que hacerlo sacrificaría nuestra popularidad, como si en realidad la tuvieran.

El titular de la ASF, David Colmenares Páramo, informa que con excepción de la Ciudad de México, que tiene una tasa de recaudación de impuestos mayor al resto del país, la mayoría de los estados obtiene menos de 10 por ciento de sus ingresos a través de la recaudación fiscal (local), de tal forma que ésta se debe incentivar, conscientes de que el país no es homogéneo: no podemos exigirle a los 417 municipios de usos y costumbres de Oaxaca, Guerrero, Michoacán o Chiapas que tengan la misma eficacia que los municipios de los estados más poderosos, como Nuevo León, Jalisco, Sonora, Sinaloa.

Añejo es este problema, pero a los gobernadores les tiene sin cuidado, mientras mantienen el ritmo de endeudamiento. Por ejemplo, como lo cita el titular de la ASF, Nuevo León depende de los dineros que le deposita el centro para ejercer el gasto presupuestado para la entidad: 88 centavos de cada peso que recibe es captado por esa vía, pero nadie mueve un pelo para recaudar más internamente. Ello, sin olvidar que el supuesto gobernador Jaime Rodríguez Calderón ( El Bronco) aumentó la deuda estatal en cerca de 20 mil millones de pesos y heredó un saldo cercano a 83 mil millones de pesos.

Si de gritones se trata, ahí está el gobernador Enrique Alfaro: 86 por ciento del ingreso total de Jalisco proviene de aportaciones y participaciones federales; sólo 3 centavos de cada peso se captan en el estado, pero como no quiere dañar su imagen (ni la burla perdona) no hace el menor intento por recaudar más, pero sí para endeudar a la entidad: cerca de 9 mil millones de aumento en apenas dos años y 10 meses de estancia en el puesto.

Ya se fue –felizmente–, pero el hasta hace poco gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles (el del banquito verde frente a Palacio Nacional, por si alguien no lo ubica), gastó alrededor de mil 200 millones de pesos en renta de aviones –en los que se transportaba de aquí para allá–, pero como no tenía para pagar la nómina burocrática (a duras penas dejó sólo 685 pesos en las arcas gubernamentales), simplemente heredó el problema. Eso sí, con él la deuda estatal creció más de 2 mil millones. Esta entidad depende del centro: 94 centavos de cada peso provienen del gobierno federal.

Y ahí están los gobernadores panistas, a quienes tanto les gusta armar escándalo: el de Aguascalientes, Martín Orozco Sandoval, obtiene del gobierno federal 94 por ciento de sus ingresos totales; el de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, 91 por ciento; la de Chihuahua, María Eugenia Campos Galván, 80 (el también panista Javier Corral le dejó un regalito: 7 mil millones adicionales de deuda); el de Durango, José Rosas Aispuro (antes priísta), 91; el de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez, 87; el de Querétaro, Mauricio Kuri González, 88; el de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, 79, y el de Yucatán, Mauricio Vila Dosal, 95. Y ninguno mueve un dedo por incrementar la recaudación estatal.

Las rebanadas del pastel

La canción preferida del amasiato (Salinas y los panistas) es de la Sonora Santanera, y dice así: “Amor de cabaret que no es sincero, que se paga con dinero, que poco a poco me mata… Siento una pena muy honda dentro del alma, y quiero ahogarla con vino y caricias de amor; mi vida no tiene remedio, perdido ya estoy”.