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Nunca vuelvas a llamarme tu baterista... tú eres mi cantante
 
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de agosto de 2021, p. 6

La historia de los Rolling Stones, como la de todas las bandas de rock más grandes es de altibajos. Muchas son sus anécdotas, pero ayer, que fue un parteaguas en la vida de la agrupación tras la partida física de Charlie Watts, la revista inglesa The Week, entre otras publicaciones, recordó el episodio que fue contado a través del fanzine Beggars Banquet, de cuando los ánimos se calentaron entre Mick Jagger y el baterista.

La historia es que en una ocasión, en Ámsterdam, Holanda, cuando entre los miembros del grupo se discutía acerca del futuro de la banda, Jagger sin más ni más, soltó a Charlie: Esto a ti no te debería importar, sólo eres el baterista. Luego, tras la reunión y medio borracho, Jagger empezó a llamar a la habitación de Watts y dijo: Dónde está mi baterista. Watts, cuenta la revista, apagó la televisión, se afeitó, se vistió de traje (como solía hacer) y fue a la habitación de Jagger para darle un golpe que lo tiró al suelo.

La historia, la confirmó además el guitarrista de la banda, Keith Richards, que se encontró con Watts en el pasillo del hotel. Le preguntó que de dónde venía, y el baterista respondió que de pegarle un puñetazo en la cara a Mick Jagger. Y así había sido. Tanto Richards como el escritor Bill German, autor del libro Under Their Thumb y quien había escrito la historia en Beggars Banquet destacaron que Watts dijo a Jagger: “Nunca vuelvas a llamarme ‘tu baterista’. Tú eres mi cantante”, después de golpearle en la cara.

Anotan también que el baterista prácticamente ni se inmutó después de pegar al cantante, sino que sencillamente se dio la vuelta y se fue con mucha calma a su cuarto tal como un caballero inglés.

Watts siempre se sintió un poco como la antítesis de los Rolling. “No a nivel personal, siempre me sentí querido y aceptado’, comentó alguna vez.

Charlie hablaba de su modo de vestir y de comportarse. Nunca fue amigo de la fodonguez; siempre se le veía llevar traje, corbata y zapatos hasta el final. En una entrevista con GQ contó que tenía unos 200 trajes sólo en su casa de Londres.