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Desde otras ciudades

Por la pandemia, Bangladesh tiene miles de desempleados que sobreviven con poco apoyo

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▲ Las autoridades de este joven y poblado país impusieron un confinamiento más estricto ante el alto índice de contagios, por lo que miles de personas prefieren abandonar las grandes ciudades al reducirse las oportunidades laborales.Foto Afp
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ohamad Masud encara el calor veraniego y pedalea su rickshaw por Daca, la capital de Bangladesh, hasta uno de los pocos comedores gratuitos que alimentan a las personas golpeadas por la pandemia.

En el lugar hay cientos de desempleados o trabajadores de seguridad, transporte, empleadas domésticas y niños desamparados que terminan sus platos de arroz y lentejas en el lugar conocido como mehmankhana o sitio de comida para huéspedes.

He pasado hambre todo el día, comenta Masud, de 28 años. No gané suficiente para comprar comida.

Cuando Bangladesh se confinó más de dos meses el año pasado por la primera ola de Covid-19, cientos de organizaciones de caridad, grupos cívicos y partidos políticos dieron alimento, dinero, mascarillas y desinfectante a quienes perdieron empleos.

Pero con el hartazgo por el virus cada vez menos personas apoyan. Un nuevo confinamiento comenzó en julio pasado, pero sólo un puñado de grupos de caridad se mantienen en las calles.

El año pasado recibimos muchas donaciones de dinero, comenta Jashim Uddin Khan, de la Fundación Shonge Achi, que proporciona alimentos a personas necesitadas, perros abandonados e incluso monos en Daca. Este año no hemos tenido muchas donaciones. Hay cierta fatiga con el trabajo caritativo, admite.

Cifras oficiales indican que más de 20 mil bangladesíes han muerto por el coronavirus, aunque los expertos dicen que la cifra real podría ser hasta cuatro veces más.

El crecimiento económico de este país promedió 7 por ciento en la década pasada, hasta 2020, lo que ayudó a reducir la pobreza a 20 por ciento. Pero la fundación Sanem señala que ese índice se disparó a 40 por ciento durante la pandemia por el cierre de negocios, escuelas y oficinas públicas.

Aunque el gobierno ha permitido reabrir algunas fábricas de textiles e invirtió 15 mil millones de dólares en paquetes de estímulo, cientos de miles de personas perdieron sus empleos.

Grupos como Mehmankhana intensificaron sus operaciones, pero más y más gente sufre hambre. Hay días en los que sólo como una vez, comenta Johra Begum, de 27 años y madre de cuatro hijos, mientras espera en la fila del mehmankhana. Ella perdió su trabajo como empleada doméstica.

Asma Akhter Liza, una actriz de 36 años, creó en marzo del año pasado mehmankhana junto con su primo al comenzar el primer cierre nacional.

Dicen que alimentan a más de 2 mil 500 personas por día y se enorgullecen de decir a quienes los visitan que pueden comer todo lo que quieran.

Afp