Editorial
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Macri: represión transfronteriza
E

l presidente de Bolivia, Luis Arce, dio a conocer una carta enviada el 13 de noviembre de 2019 por el entonces comandante de la Fuerza Aérea Boliviana, Gonzalo Terceros, a quien era embajador de Argentina en La Paz, Normando Álvarez, en la cual el mando castrense agradece el envío de material bélico consistente en 40 mil balas de goma, gases lacrimógenos y granadas de gas. Esta colaboración en el marco del apoyo internacional bilateral habría sido usada por las autoridades bolivianas de facto para reprimir las manifestaciones populares contra el golpe de Estado que el 10 de noviembre de ese año desalojó del poder al gobierno constitucional de Evo Morales. Al conocer el episodio, el presidente argentino, Alberto Fernández, dirigió a su par boliviano una comunicación oficial en la cual se disculpa a nombre de su país y expresó dolor y vergüenza por lo sucedido.

La posibilidad de que los materiales enviados por la administración de Mauricio Macri estén involucrados en la brutal represión que se saldó con 19 muertos en cuatro días –calificada como masacre por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)– representa una nueva sima de criminalidad en el expediente de un mandatario caracterizado por los mayores extremos de corrupción, uso del poder para beneficio personal, uso de la fuerza pública y los tribunales para la persecución de los disidentes, y obsecuencia con los designios de Washington.

Este último rasgo del macrismo hace que el apoyo prestado a la ultraderecha boliviana cuando le quedaba apenas un mes de mandato recuerda, de manera inevitable, a uno de los pasajes más siniestros de la historia latinoamericana: el Plan Cóndor, la gran operación de las dictaduras sudamericanas para emprender una cacería transfronteriza de centenares de miles de opositores, a quienes se arrestó, torturó y asesinó con el conocimiento y bajo la coordinación de las agencias de inteligencia estadunidenses.

La derrota sufrida en las urnas tanto por el golpismo boliviano como por el macrismo permitió a estos países escapar de la redición de un escenario tan sombrío como el vivido en los años setenta del siglo pasado, pero la fugaz coincidencia en el poder de estos grupos derechistas es una advertencia acerca de los peligros que entraña la instalación de gobiernos impulsados desde Washington en los países latinoamericanos.