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Muestra virtual destaca la importancia que tuvo para Rivera y Kahlo el arte popular mexicano

El Museo Casa Estudio exhibirá en sus plataformas digitales 35 piezas de ese acervo

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▲ En la exposición se podrá entender la admiración que tuvo sobre todo el muralista por Pedro Linares, Carmen Caballero o Aurelio Flores, creadores de alebrijes, Judas y árboles de la vida, en ese orden.Foto cortesía del recinto
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de julio de 2021, p. 7

A partir de este lunes y hasta el 8 de agosto, el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo pondrá a disposición del público en sus plataformas digitales una muestra virtual sobre la colección de arte popular conformada por esa pareja de artistas mexicanos.

Se titula 35 obras maestras del arte popular en la colección de Diego Rivera y Frida Kahlo, y en ella se presenta una selección de las piezas más sobresalientes de las 147 que integran ese acervo.

La exposición forma parte del programa especial organizado por ese museo dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) para celebrar su 35 aniversario, el cual arrancó a finales de abril y se mantendrá el resto del año con actividades presenciales y virtuales.

De acuerdo con su curador, Octavio Murillo, especialista en artes popular e indígena, con esta exhibición se busca destacar la importancia que tuvo, sobre todo para Diego Rivera, la artesanía mexicana, lo que en su momento se denominó las artes populares de México, y de las cuales fue ferviente promotor.

A diferencia de lo que le enseñaron en Europa los cánones del arte eurocentrista, Diego siempre defendió la idea de que en México se tenían la riqueza y los recursos estéticos para hablar de un arte nacional; de esa idea partió toda su pintura y su quehacer artístico, explica el también restaurador.

Entonces, para él era muy importante vivir rodeado de obras de arte que expresaran este México rural, esta identidad propia, y que se expresaba en las obras de arte popular.

Fue así que el artista, al mudarse en los años 30 del siglo pasado con Frida a la Casa Estudio que les diseñó Juan O’Gorman en San Ángel, y que hoy es sede del citado museo, buscó que su hogar representara los diversos intereses estéticos y artísticos que tenía.

Para él fue muy importante vivir rodeado de estas obras que en su visión sintetizaban la identidad mexicana, los valores estéticos propios de este país, destaca en entrevista Octavio Murillo.

El museo refleja hoy ese espíritu sobre lo nacional que tenía Diego, que no dividía lo prehispánico, lo popular, lo artístico; todo era para él una estética nacional, lo cual le permitió llevar su obra a los niveles a los que llegó. Justamente, por ese reconocimiento al arte mexicano en general.

El especialista explica que el pintor, a la par de su colección de arte prehispánico, comenzó a hacerse de piezas de arte popular y conocer a artesanos, sobre todo de la Ciudad de México, a los cuales elevó al rango de artistas.

Así, integró una colección bastante interesante de arte popular. No tenía como finalidad una representación etnográfica de los pueblos indígenas de México conocidos o inventariados en ese entonces, sino lo que a él le parecía que expresaba mejor la historia de México y ese sentir del pueblo que se reflejaba a través del quehacer cultural, de la creación de artes populares.

Es, describe, una colección bastante heterogénea y singular en la que se encuentran piezas en soportes muy diversos, desde el barro, la talla en madera y piedra, y la laca, hasta la cestería, el mobiliario y la cartonería, tanto para el uso cotidiano como para fines decorativos.

En la muestra –que estará disponible en las páginas web del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo en Facebook, Twitter e Instagram– podrá entenderse la admiración que tuvo el muralista por el creador de los alebrijes, Pedro Linares; Carmen Caballero, la hacedora por excelencia de Judas de este país, y Aurelio Flores, creador de árboles de la vida, de Izúcar de Matamoros, Puebla; además de piezas de origen purépecha, nahua y de otras culturas indígenas del país.

“Son obras contemporáneas a Diego –hablamos de los años 30 y 40 del siglo XX–, verdaderamente invaluables, porque además es un periodo poco representando en las colecciones nacionales, que en su mayoría fueron posteriores.”