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Castillo y Fujimori, en las antípodas de un país en crisis

Meses turbulentos e ingobernabilidad prevé analista en Perú, gane quien gane
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▲ El izquierdista Pedro Castillo y la derechista Keiko Fujimori, en imágenes de archivo, se enfrentarán el domingo en segunda vuelta por la presidencia de Perú.Foto Afp
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 4 de junio de 2021, p. 22

Santiago. La antagónica definición presidencial del domingo 6 de junio en Perú, entre el sindicalista izquierdista Pedro Castillo y la derechista Keiko Fujimori, expresa la inmensa distancia que separa dos realidades de país en las antípodas y que históricamente, desde las élites en el poder, poco o nada dialogaron.

Cualquiera que sea el desenlace, a Perú le espera un camino escarpado. Castillo y Fujimori son imágenes amplificadas de lo que acuerpa y significan sus candidaturas, en una nación agobiada por la corrupción y el desamparo centenario de los humildes y ahora abatida por la pandemia, con cientos de miles deambulando desde el litoral a la Sierra y casi 200 mil muertos.

La pregunta: ¿en qué momento se jodió el Perú? es retórica, supone que las cosas venían bien. Pero en realidad muchas cosas no venían bien y nunca cambiaron. Eso se ve en el racismo, el clasismo, el abandono del mundo popular, en la informalidad e ilegalidad, en el profundo desdén de la política por la ciencia y el conocimiento, y desde luego en la corrupción y la desigualdad, dice la socióloga, académica y analista internacional Lucía Dammert, nacida en Perú y radicada en Chile hace 21 años.

Tales odiosidades se magnificaron durante los 10 años de Alberto Fujimori en el poder (1990/2000), particularmente tras el autogolpe de 1992, cuando su asesor Vladimiro Montesinos establece una mafia a cargo del Estado que socava a los partidos políticos, al Poder Judicial y que, en definitiva, establece un nuevo tipo de juego. No cambia las reglas, sino el juego que se desarrollaba.

Dammert describe a Keiko Fujimori como una política profesional muy poco empática con tres campañas presidenciales a cuestas, la única actividad que se le conoce, y quien representa a Lima y a la política tradicional de infinidad de promesas entendida como regalías a los más pobres.

De Pedro Castillo dice que viene de una realidad popular invisibilizada, con formas de expresión propias y a quien la coyuntura puso en un escenario y exposición incómodos; pero cuando está en los sectores pobres de Lima y en la Sierra, él tiene una retórica y una emoción que impacta a la gente, porque muestra escenas dramáticas de la vida cotidiana que para la élite limeña son ajenas, pero para la mayoría de peruanos son diarias.

Castillo se explica por el Perú de los últimos 10 años, los presidentes recibiendo plata de Odebrecht, por Ollanta Humala preso, por Kuczynski renunciando por corrupción y por todos los que no logran terminar. También por la crisis del Covid, con cientos de miles fallecidos y cuyas familias sufrieron la corrupción de los hospitales que no sirven; cuando el oxígeno está en manos de poquita gente; cuando las clínicas privadas lucran con la crisis sanitaria. Más de 250 mil personas regresaron caminando desde Lima hasta sus casas en las serranías, eso lo terminó de afianzar desde ser un candidato improbable al del rechazo, la rabia y la frustración.

–¿Qué se viene en Perú?

Dammert precisa que ojalá que ambos esperen el recuento de los votos, que ninguno tenga la tentación de proclamarse ganador, porque eso podría iniciar una revuelta si la gente siente que le están robando la elección.

Prevé que gane quien gane vendrán meses turbulentos y dificultades de gobierno, ambos tienen equipos técnicos muy débiles y no habrá luna de miel. Enfrentarán un Congreso hostil, una sociedad segregada, dividida y muy polarizada. Y dependiendo quien gane, probablemente altos niveles de violencia, me temo que el odio y la división que hay entre el sur y Lima empeorará si llega a ganar Keiko y eso es malo para la gobernabilidad.

A su turno, si vence Castillo la tendrá difícil, él y su equipo son gente con muy poca experiencia en la gestión pública y pareciera que su propuesta tiene más titulares que contenidos.

Castillo, afirma, deberá retroceder en algunos de los maximalismos que propone e intentar reformas vía la gestión para mostrar que los énfasis serán distintos, porque el nivel de abandono que hay de ciertos sectores es impresionante y podría tomar decisiones rápidas de políticas públicas específicas para esto.