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Desde otras ciudades

El lado positivo que ha dejado la pandemia en Florencia: se acabó el gentío de décadas

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▲ La Plaza de la Señoría, famosa en la cuna del Renacimiento, cada día se ve más animada luego de un año muy complicado en este centro neurálgico turístico.Foto Ap
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esde hace varias generaciones no hay una mejor oportunidad para hacerse una selfi en Florencia. Con total tranquilidad se puede estar largo tiempo en el mirador de la Piazzale Michelangelo viendo hacia abajo la catedral, las torres de las iglesias y las ostentosas casas residenciales a orillas del río Arno, que reflejan el dorado del sol al atardecer.

Antes de la pandemia, todas las tardes se reunía aquí una multitud. Lo mismo pasaba en la Piazza della Signoria, delante del Palazzo Vecchio, donde ahora pasan algunos ciclistas entre las pocas parejas y familias que pasean por allí.

En el pasado verano europeo se podía disfrutar de los tesoros artísticos como sólo fue posible en tiempos de nuestros abuelos, dice Eike Schmidt, director de la mundialmente famosa Galería Uffizi. Incluso pasa cada tanto que uno está solo en la sala Michelangelo por cinco minutos, algo totalmente impensable en las últimas décadas.

Cuando el turismo creció fuertemente en Florencia a fines de los años 60 del siglo pasado, la cifra de visitantes a la Galería Uffizi superó por primera vez la marca del millón. Entre 2014 y 2019 el volumen aumentó a 2 millones y medio de visitantes al año. Algunos días, hasta 12 mil personas circulaban por los salones. A veces había que esperar horas para poder entrar. Todo eso quedó atrás.

Prestaron atención al sudeste asiático, donde había una gran ventaja en el manejo de pandemias. Luego, pusieron desinfectantes en las entradas, las escaleras y los elevadores e instalaron un escáner térmico para medir la temperatura de los visitantes.

Lógicamente impusieron la obligación de llevar mascarilla. Y redujimos drásticamente la cantidad de personas que podían ingresar a la vez, señala Schmidt.

Ahora, un máximo de 450 personas a la vez pueden recorrer los numerosos salones. La mayoría del público proviene de Italia. Muchos florentinos visitan los famosos museos de la ciudad por segunda vez en su vida, después de la obligada visita en su época escolar.

Pero hay algunas excepciones muy interesantes, dice Schmidt. Por ejemplo, el Museo en Anghiari, que en 2019 expuso en cooperación con los Uffizi una copia de la pintura perdida de Leonardo da Vinci La batalla de Anghiari. En 2020 batió un récord de visitantes: el doble que en un verano normal.

“Esto también nos lleva a una nueva estrategia: que podamos llevar obras de arte a otros lados y activar así a museos pequeños“, dice Schmidt. Es una estrategia que va mucho más allá de la pandemia. Uffizi diffusi, es el lema: Uffizi diseminados.

Dpa