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Otro paréntesis obligado
M

urió uno de mis hermanos vitales. En enero de 2020 había perdido otro, a Luis Felipe Bazúa Rueda, quien con dos o tres técnicos de altísima solvencia –que por fortuna aún viven– nos heredó el esquema teórico-metodológico de asignación de costos y determinación de tarifas eléctricas. En marzo de 2020 también se nos fue Alejandro Nadal. Mente crítica brillante, orgullo de La Jornada. Además, la pandemia nos ha dejado sin algunos compañeros insustituibles. Así, el pasado día 6 –luego de severa lucha contra el Covid– se nos fue René Coulomb. Sí, René Marie Alexandre Coulomb Bosc, nacido el 7 de mayo de 1944 en Saint-Dréséry, en el sur de Francia. Naturalizado mexicano hace más de 40 años, se entregó a México.

Disfrutaba contar que llegó el 15 de septiembre de 1974 y que esa misma noche fue al Zócalo. Que apenas unas semanas después se integró a un trabajo de jesuitas con vecinos en la parroquia de Los Ángeles, en la colonia Guerreo. Con el jesuita Arnaldo Zenteno, el arquitecto Enrique Ortiz, del Centro Operacional de Vivienda y Poblamiento, y la licenciada María Emilia Herrasti Aguirre (Pía) de la Escuela de Trabajo Social Vasco de Quiroga, colaboró en el diseño de un trabajo vecinal.

Especialista en sociología urbana, trabajó en alternativas de solución al problema de vivienda con participación vecinal. Sí, en zonas de agudo deterioro urbano y severos problemas inquilinarios.

La Unión de Vecinos y la Cooperativa de Vivienda y Servicios Habitacionales de la Guerrero nacieron entonces, también entonces trabajó para elaborar planes de rescate y reurbanización de ésta y otras colonias del DF y diferentes zonas del país. Ya con especialistas del prestigioso Centro de la Vivienda y Estudios Urbanos (Cenvi). Dan prueba de ello, entre otros, el Plan Tepito, avalado por la Unión Internacional de Arquitectos y el Plan de Rescate en Acapulco, Guerrero.

El temblor de 1985 impulsó más estos trabajos. Con el Movimiento Urbano Popular se abrieron actividades que moldearon aún más la vida profesional de René y Pía, su esposa, también su vida familiar. De todo ello y más pueden enorgullecerse sus dos hijos, sus dos nueras, sus tres nietas, sus hermanos y sus amigos.

Privilegiaron su compromiso con la utopía urbana, con trabajo continuo e impulso firme a la participación y a la toma de decisiones de vecinos. De ciudadanos en defensa del avasallamiento urbano del pulpo inmobiliario-financiero. El trabajo integra la vida y la vida integra el trabajo, aporía permanente vivida con generosidad y gozo en una hermosa familia.

Su ingreso a la UAM Azcapotzalco en 1982 fortaleció este trabajo. Con brillantes especialistas que fundaron y consolidaron la maestría en planeación y políticas metropolitanas. Sus pares llegaron a reconocerlo como profesor distinguido. Insistente en el carácter metropolitano, de problemas y soluciones urbanas. No sólo como horizonte de investigación y diseño de alternativas, sino como espacio de toma de decisiones, de pobladores, vecinos y ciudadanos. Por eso su notable tránsito en el Fideicomiso del Centro Histórico, con Cuauhtémoc Cárdenas.

Candidato al cuerpo de dirección técnica del Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva de la CDMX, apenas fue seleccionado el 16 de marzo pasado. Ahí le inquirieron sobre su principal aporte y su principal dificultad. Lo metropolitano, respondió con el corazón desbordado y su agudeza característica. Los problemas de vivienda, agua, residuos, energía, son metropolitanos. Al margen de la configuración política. Y el reto no es sólo la integralidad de las soluciones, sino la integralidad de la toma de decisiones. Sin embargo, se nos fue cuando prometía darnos más luz sobre ello. De veras.