Opinión
Ver día anteriorSábado 10 de abril de 2021Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Cuando Jalisco pierde, el tequila arrebata...
L

a mera verdad es que no le ha ido bien a Jalisco en los últimos años. En conjunto, su empresariado ha quedado muy por debajo de lo que se requería. Así lo muestra el hecho de que en la propia entidad casi no haya empresas grandes en propiedad de jaliscienses; un empresario, más pedante que eficiente, se adueñó con tranzas de un ícono como era el equipo de futbol de Chivas, que alentaba la existencia de muchos y, ahora, en manos de su junior llega al peor estatus de su existencia. La otra preferencia de la fanaticada, el Atlas, no encontró empresarios que dieran la cara por él y ahora gracias a sus dueños forasteros, parece ser que mejora…

Aquella Guadalajara pacífica es ahora tierra de nadie y el número de muertes violentas supera a los causados por el coronavirus y los ciudadanos de a pie nos preguntamos angustiados ¿quién manda aquí?. En una ciudad antaño bastante armónica, ahora esa plaga que se llama desarrolladores cometen desaguisados a diestra y siniestra y, claro, la circulación se ha vuelto un verdadero caos, etc. Tal parece que nuestro empresariado sólo sirve para echar a perder la ciudad.

En el área, llamémosla oficial, ya hemos visto como la Universidad de Guadalajara es la única institución que levanta la cabeza y en el ámbito de esa rala iniciativa que llamamos privada, aparte de una gigantesca y benemérita cadena de farmacias, solamente la industria del tequila toca a rebato.

Si hace algunos años presumíamos de que envasado en caballitos todo el tequila que se producía y puestos en una fila ésta le daría la vuelta completa al planeta, ahora ya lo haría varias veces. En los últimos 10 años de crecimiento, superando un tropezón de 2013 a 2015, los heroicos alambiques jaliscienses pasaron de producir casi 250 millones de litros –que no es poca cosa– a casi 375 el año pasado, con todo y la pinche pandemia.

Cabe decir, además, que de ese total 287 millones salieron a correr por el mundo. Lamentablemente no todo salió embotellado y un buena parte no fue 100 por ciento agave (es decir: del bueno). Vale reconocer que, para el groso del mercado norteamericano cualquier marranilla es buena… pero también el tequila de calidad es el que más crece, especialmente en los anaqueles europeos y no se diga mexicanos. De cualquier manera, los pesitos que ingresaron a los bolsillos y a las arcas nacionales no fueron pocos, dado que el fisco goza de una nutrida participación.

Vale señalar también que las combinaciones del tequila con jugos, como es el caso del que lleva el nombre de la señora Hamilton de Baja California, Margarita, juegan un papel importante, aunque los ortodoxos nos horroricemos con ellas y, por otro lado, aunque vaya en contra del crecimiento de la industria vale la pena recordar que los beneficios vasodilatadores y digestivos de esta bebida, desaparecen cuando se viola la norma de su consumo diario que debería ser sagrada: ni menos de una copa ni más de tres, aunque del tamaño de ésta no haya todavía un acuerdo general, pero sí es evidente que deben ser mucho más pequeñas que un florero…

A Miguel A. Domínguez