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No hay computadoras ni internet

Violencia y coronavirus dejan sin clases a niños de la Tierra Caliente

Modalidad presencial, única opción para maestros del Conafe

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▲ Alumnos de distintos grados de la escuela primaria Lázaro Cárdenas toman un receso en el patio del plantel, ubicado en el poblado de Los Alacranes, municipio de Zirándaro, Guerrero.Foto Sergio Ocampo Arista
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 17 de diciembre de 2020, p. 29

Zirándaro de los Chávez, Gro., Cada 15 días, la maestra Blanca recorría más de 400 kilómetros desde Chilpancingo hasta Los Cimientos, comunidad serrana del municipio de Zirándaro, en la región de la Tierra Caliente, para dar clases presenciales a 11 niños de la escuela primaria federal 5 de Mayo. La última vez que estuvo con ellos fue en agosto pasado para el inicio del ciclo escolar 2020-2021, pero ya no regresó. Nos dijeron en su casa que murió de Covid, dice un campesino papá de dos alumnos.

Los poblados de la Tierra Caliente viven una doble tragedia: la creciente violencia que extiende sus tentáculos y la presencia del coronavirus, que han dejado a sus niños sin clases en la mayoría de las escuelas. Los chicos tampoco pueden tomar clases a distancia porque en la zona no hay Internet ni telefonía, mucho menos computadoras.

“Estaba contenta la maestra –agregó el padre de familia–. Ella era muy buena. Atendía todos los grupos, de primero a sexto, pero ahora los guaches (niños) ya no tienen maestro.”

En Los Cimientos, comunidad dedicada a la siembra de maíz, los pobladores recuerdan con cariño a la profesora de 35 años de edad. Nos dicen que cuando regresó a Chilpancingo (a finales de agosto), su hijo de 14 años tenía Covid-19 y al parecer la contagió. Ya nunca volvimos a saber de ella.

Unos 20 kilómetros arriba, también en la sierra de Zirándaro, se encuentra el poblado Los Alacranes, donde hace un año comenzaron los enfrentamientos por territorio entre La Familia Michoacana y el cártel Jalisco Nueva generación, lo que obligó a huir a unas 100 familias. Menos de la mitad han regresado.

En ese lugar se encuentra la primaria federal Lázaro Cárdenas, con una sola maestra que cada 15 días da clases a ocho niños desde hace más de seis años. En 2019 la matrícula era de 16 alumnos; tres egresaron, ocho desplazados han vuelto y los cinco restantes ya no regresarán.

El profesor Francisco Torres Muñoz, de la secundaria técnica 28, explicó que en Zirándaro hay dos grupos de primer año que sólo toman la clase de geografía. El trabajo es escalonado; son 35 alumnos de dos grupos. No cuentan con celular ni computadora; son niños de comunidades alejadas.

Recordó que antes del ciclo escolar el acuerdo (entre maestros y padres de familia) fue que nos íbamos a reunir los lunes para dar asesoría a los niños de las comunidades en la cabecera, a otorgarles material y apoyarlos. La maestra asesoraba a los pocos que iban. Se corrió la voz y los padres de familia se interesaron en que las clases siguieran de manera presencial.

El supervisor José Inocente Rodríguez de la Paz estuvo de acuerdo, pero la única maestra que aceptó fue la de geografía, María Isabel Valladares Roldán, quien ha instruido a los niños usar cubrebocas y mantener sana distancia. Las clases presenciales son solamente de geografía; el resto de las asignaturas se dan en línea y por WhatsApp, agregó.

Ahora en Los Cimientos estamos esperando que la Secretaría de Educación Pública nos envíe un maestro, señala el alcalde de Zirándaro, Gregorio Portillo Menchaca.

Una parte del magisterio está trabajando a distancia en la mayoría de las escuelas federales, pero en educación básica, salvo casos excepcionales, los maestros han tenido que idear alternativas, como es el caso de la secundaria técnica 28.

A Blanca la contrató el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe). Hay primarias y telesecundarias donde maestros del Conafe atienden entre cinco y siete alumnos de manera presencial en más de 100 de las 400 comunidades.

En cuanto a las primarias del sistema federal, la mayoría de los maestros son egresados de la normal de Ayotzinapa, sobre todo en las escuelas rurales, concluye el edil.