Opinión
Ver día anteriorJueves 3 de diciembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad perdida

La danza de las farmacéuticas // Pfizer, a la cabeza // Medidas más agresivas en la urbe

A

unque la cifra anunciada por la Secretaría de Salud sobre el número de vacunas que llegarán a México por parte del laboratorio Pfizer –34.4 millones–, huelga decir que no se cubre al total de la población. México tiene apartadas dosis para 80.5 millones de personas con diferentes farmacéuticas.

Como se supo ayer, las primeras 250 mil dosis, que llegarán antes de terminar el año, se aplicarán a los trabajadores del sector salud y en enero podría llegar una buena parte de las que forman parte del acuerdo con Pfizer.

Además, se ha logrado que AstraZeneca tenga disponibles 77 millones y CanSino, la china, 35 millones, eso sin contar las que consiga Covax, esa coalición de 172 países donde está México y que financia la compra y distribución, que para muchos podría ser la verdadera solución a la pandemia.

Para decirlo de otro modo: se necesita comprar varias vacunas de diferentes marcas para abastecer al país; por lo pronto, y porque no hay ninguna otra autorización por parte de las autoridades sanitarias, sólo Pfizer –que no garantiza el abasto total– tiene permiso para aplicar su vacuna contra el coronavirus.

No obstante, en nuestro país, Cansino ha traído 15 mil dosis y se encuentra en la última fase, la 3, aunque se le han impuesto todas las trabas posibles –que porque es china–, pero hasta ahora no ha mostrado deficiencias.

La fase 3, que es la que en el campo muestra la eficacia de la inmunización, y que es la que mantiene CanSino, no ha terminado porque, por ejemplo, en el Hospital Juárez no se les ha permitido actuar. Deben presentar 10 mil casos de éxito para que se les dé la autorización. Por lo pronto, ya trabajan en 18 centros.

Por el contrario, hasta donde se nos ha dejado saber, Pfizer no realizó pruebas de campo en México, ni una sola, pero ya tienen la licencia para vacunar con su producto, que como dijimos, se aplicará primero al personal del sector salud, que rebasa el millón, y se dice que entre el 20 de diciembre y el 20 de enero quedarán todos y todas inmunizados en ese sector, tal como se hará en el mundo. Si la vacuna china satisface todos los estándares que se han exigido y se les permite trabajar, tendrán en enero un millón y luego hasta 5 millones de dosis disponibles por mes.

Pfizer enviará entre febrero y marzo 3 millones y a partir de abril 12 millones por mes hasta alcanzar la cifra acordada (34.4 millones). El diseño de la estrategia para los acuerdos internacionales y para la distribución del fármaco, que encabeza la Secretaría de Relaciones Exteriores, ha logrado amarrar lo necesario para poder frenar el mal.

Ahora, el reto es la logística a desplegar para que el total de la población susceptible quede inoculada. Algunos laboratorios han prometido usar todos los medios de transporte utilizables para llevar la vacuna hasta el último rincón del país donde se requiera. El próximo martes tendremos más información.

De pasadita

Guste o no, sea contrario a los intereses económicos de todos o no, la situación de los contagios en la Ciudad de México es más que preocupante.

Si la decisión es no volver al confinamiento, está bien, pero las medidas para frenar el aumento de personas enfermas tienen que ser muchos más agresivas. Ya está comprobado que no se puede sólo confiar en la decisión de la gente, a la que se le deben dar un poco más de elementos para inhibir todas las costumbres de convivencia y los requerimientos del trabajo tan arraigados en la capital.

Así pues, lo que podría ser una forma de evitar que más de un millón de personas provenientes del estado de México que llegan a esta capital, así como el traslado millonario de trabajadores de una a otra alcaldía, sería sin duda, cerrar el Metro y poner horarios especiales al Metrobús. Algo así podría ayudar a que el confinamiento –que para muchos ya es inevitable– no sucediera y las consecuencias para la economía no fueran tan desastrosas. Las autoridades tienen la palabra.