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Toque de silencio militar en memoria de los fallecidos por Covid
 
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de diciembre de 2020, p. 3

Lejos de las masas que lo escucharon en 2018 y 2019, ahora condicionado por la distancia que impone la pandemia, el presidente Andrés Manuel López Obrador rindió su octavo informe de gobierno, en ocasión del segundo aniversario de su gestión.

Ya logramos el objetivo de sentar las bases para la transformación de México, celebró en su discurso de ayer desde el patio central de Palacio Nacional ante un puñado de invitados. No les he fallado ni les fallaré, concluyó

Un toque de silencio militar en memoria de quienes han fallecido por el Covid 19 fue el preámbulo de un relativamente breve discurso, en el que la jerarquía castrense tuvo – otra vez– lugar privilegiado para el Presidente, con reconocimientos particulares a los secretarios de la Defensa Nacional, Luis Cresensio Sandoval, y de Marina, José Rafael Ojeda.

Reconocimiento a soldados y marinos

Agradezco el respaldo incondicional de los soldados y marinos, exclamó el mandatario antes de enumerar la cantidad de tareas que su administración les ha encomendado: nos han apoyado en labores de seguridad pública, porque ahora lo permite la Constitución. Nos han ayudado en la protección de instituciones estratégicas, en la noble aplicación de los planes Marina y DN-III en auxilio de la población afectada por sismos, inundaciones, ahora con la pandemia y otras calamidades.

Continuó con la retahíla de nuevas tareas militares, entre ellas la ejecución de obras: dragan ríos; limpian playas; construyen canales, aeropuertos y sucursales del Banco del Bienestar; administran puertos; vigilan aduanas y cultivan en viveros millones de árboles para sembrar.

López Obrador resumió el actual protagonismo central castrense: las fuerzas armadas están inaugurando una etapa nueva en su función de servicio a México, en un escenario solemne, lejos de sus bases.

Apretada presentación de cifras para explicar los cambios suscitados desde su llegada al poder, que el Presidente rubricó con un matiz: no todo es perfecto, ni aspiramos al pensamiento único ni al consenso. Estamos conscientes de que existe oposición a nuestro gobierno, y eso es legítimo y normal en una auténtica democracia, máxime cuando se está llevando a cabo una transformación profunda.

Un cambio que, dijo, tiene respaldo popular. Apelando a sondeos sobre su aceptación, refirió que en la última encuesta que conoció, porque yo tengo otro dato, 71 por ciento de los mexicanos desean que sigamos gobernando, y con eso tenemos. Eso es lo fundamental, el apoyo de la mayoría del pueblo..

Condicionado por la pandemia, el informe se efectuó ante 80 invitados: su esposa Beatriz Gutiérrez Müller y su hijo Andrés; el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar –que esta vez no se ausentó, con la arrogancia de sentirse libre, como explicó su inasistencia López Obrador el pasado primero de septiembre–; el gabinete en pleno y representantes de los sectores sociales. Quien de nueva cuenta no llegó, en ejercicio de su autonomía, fue el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero.

López Obrador aludió al grave problema de inseguridad y violencia que dejaron los gobiernos anteriores; admitió que hay tres delitos de alto impacto que han incrementado su incidencia durante su gobierno: homicidio doloso, 3.2 por ciento; feminicidio, 8.9, y extorsión, 21 por ciento. En contraste, el robo en sus más diversas modalidades y el secuestro han ido a la baja.

En mi gobierno, agregó, la autoridad no se asocia con la delincuencia ni se registran masacres como las cometidas durante la guerra contra el narcotráfico. Mencionó que en 2011 y 2012, en enfrentamientos con militares y marinos, hubo mil 750 civiles heridos y detenidos, pero 2 mil 459 fallecidos. Un índice de letalidad de 709 personas más que perdieron la vida.

En este gobierno, 631 personas han resultado heridas y detenidas, pero sólo han muerto 507. El índice de letalidad es de 124 fallecidos menos. A diferencia de antes, la proporción de muertos es inferior a la de heridos y arrestados. Se demuestra así que nos mueve una convicción de justicia, no de exterminio.