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En El paraíso de la invención era importante hacer teatro, no un filme dentro de un escenario
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 28 de noviembre de 2020, p. 9

La joven actriz franco-mexicana Catalina Zavala Richard posee una memoria fotográfica trilingüe (habla inglés, además de francés y español, que le viene de familia) y tiene un inusual desempeño escénico del personaje de Hija, al grado de que no sólo dominaba su texto, sino también solía corregir o anotárselo a sus compañeros adultos; Zavala además mostró gran sensibilidad para llevar sobre sus hombros una pieza tan llena de citas y referencias como El paraíso de la invención.

Su compañera en este montaje, la experimentada y reconocida Marina de Tavira (en el papel de Mamá), afirma que no sólo dominaba la obra, sino que cumplió en los ensayos como cualquier profesional e incluso soportaba largos y pesados llamados al pie del cañón durante la grabación de la puesta en escena, sin necesidad de fragmentarlo por escenas o de apuntador, lo que le resultó impresionante.

Ese personaje infantil es una suerte de alter ego de la autora, Isabela Coppel, dramaturga llena de referentes, que tiene una cultura tremenda, que menciona muchos autores, uno tras otro, además de, evidentemente los griegos, y eso se aprecia en el texto, explica De Tavira, actriz ganadora del Ariel y nominada al Óscar por Roma, de Alfonso Cuarón.

“Creo que el personaje de la niña es un poco la mirada de la autora. Esta chica, superdotada, vive en una situación anormal, con padres ausentes y una madre terriblemente errática; está llena de referentes y de una cultura que dices ‘¡por favor!, cómo es posible que se sepa todos los nombres de los argonautas a los 10 años’, pero también es frágil emocionalmente y está muy abandonada. Es un personaje que me parece muy bonito”, explica.

La tragicomedia, de 90 minutos de duración, dirigida por Lorena Maza y con un elenco que completan Alfonso Herrera (Papá), Regina Blandón (Niñera y Sicóloga), Miguel Jiménez (Abogado 1), Pablo Bracho (Abogado 2) y Luis Miguel Lombana (Juez), estrenó funciones en línea el jueves pasado, con alta definición en la plataforma Teatrix, así como producción de Talipot Studios y de Mio Projects, a manera de impulsar la reactivación cultural en el país.

La obra se ubica en un tiempo indefinido, aunque con un inconfundible sabor bohemio de la Europa moderna e incluso también de la escena artística estadunidense. Relata el regreso del padre, un escritor afamado que suele ausentarse por largas temporadas para después visitar el hogar, saludar a su hija y tramitar el divorcio de su esposa, quien fue modelo de una muy rentable serie de cuadros de su hermano mayor, quien se suicidó.

Tan sola está la mujer, que su mejor amigo es una piedra que bautizó como Cadmo (una escultura en obsidiana de Carlos García Noriega Bueno). Es una fumadora compulsiva y alcohólica pertinaz, de belleza otoñal y carácter fiero, con un cierto aire a la Blanche DuBois de Un tranvía llamado deseo y está basada también en la Medea de las tragedias de Eurípides. Fue la musa del pintor mencionado; “siempre está palpitante, en movimiento, nunca está serena, tiene un problema con el paso del tiempo y quiere ser admirada porque ésa es la única forma que conoce de existir.

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▲ A Marina de Tavira, la maternidad le regaló personajes muy interesantes.Foto Pedro González Castillo

Fue divertido e interesante interpretarla. Me resultó muy atractivo el personaje por sus adicciones, su patología y dolor; también por la tremenda historia que carga y por su humor negro. Creo que Lorena lo llevó muy bien de la mano y ya desde la pluma de Isabela se perfilaba para un personaje que tiene como referente a Medea. Para mí fue un regalo llevarla a escena, cometa De Tavira.

Historia atemporal

La obra, agrega, existe en una especie de no época, aunque también puede identificarse simultáneamente con varias, pues el padre recuerda un poco a F. Scott Fitzgerald, al que se menciona en ocasiones, y la madre, a una diva del cine de los años 40 o 50; en tanto, la Nana se semeja a una institutriz inglesa. No está en ninguna época en particular, es un mundo moderno, eso sí te podría decir, del siglo XX, pero tanto podría estar sucediendo ahorita como en los años 70 o en la entreguerra.

Si bien estaba nerviosa ante la maternidad y por no tener tiempo para su carrera, otra actriz que admira y respeta, Laura Almela, le aconsejó que no se preocupara, pues iba a encontrar personajes más interesantes y, aunque quizá tendría menos tiempo, iba a ahondar en sus papeles, ya que el embarazo le daría una comprensión distinta del mundo.

Ver desde la maternidad me regaló muchos personajes muy interesantes, pero una tan lastimada, como la de éste, me gusta mucho y me llama la atención entrar a ese mundo de una madre incapacitada para serlo, que quiere pero no puede, expresa.

Para llevar a cabo esta puesta en escena, recuerda, se pensó mucho las opciones, desde la transmisión en vivo en la que se gana con la presencia viva del espectador, pero al final, junto con las productoras Regina Solórzano y María Inés Olmedo, decidieron rendir un homenaje al teatro mismo, ya que lo que se produjo no es una película, una serie de televisión o una obra de teatro de manera ortodoxa, y ésta es la razón por la que aparecen las butacas como escenario, el desahogo e incluso los camerinos del teatro Milán, donde se filmó, a manera de recordatorio de que este lugar sigue, de que los está esperando y para rememorar lo que hicimos ahí en tiempos en los que no se podía hacer teatro en un proceso que duró tres meses de ensayos.

No sabría decir hasta qué punto está logrado, pero sí fue complejo lograr ese tono. Me importaba mucho que sí se sintiera como teatro, no aspirar a esta cosa naturalista, pero tampoco podías irte a la proyección física que requiere; estaba buscando ese justo medio, pero para mí era muy, muy importante no tratar de hacer una película dentro de un escenario, concluye.