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Muestra el Thyssen-Bornemisza lo más selecto de un movimiento perseguido por el régimen nazi

Debido a la pandemia, el museo adelantó una exposición que exhibe por primera vez lo más representativo del expresionismo alemán de su acervo

Foto
El sueño (The Dream), 1912, de Franz Marc. Óleo sobre lienzo.Foto n Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 24 de noviembre de 2020, p. 3

Madrid. El Museo Thyssen-Bornemisza decidió adelantar, por la situación de excepción que se vive en el mundo a causa de la pandemia de Covid-19, una exposición que tenía prevista para el próximo año y en la que se muestra por primera vez lo más selecto de su colección de obras del movimiento del expresionismo alemán.

Esta selección es, a su vez, una de las piedras angulares del acervo, no sólo por su importancia histórica, sino por lo que supuso en un momento histórico en el que las obras y los artistas de esta corriente vanguardista eran motivo de persecución y acoso del régimen nazi.

Entre esos artistas, quizá los más importantes son Vassily Kandinsky, Franz Marc, George Grosz, Emil Nolde, Paul Klee, Ernst Ludwig Kirchner o August Macke, que son también los más celebrados del movimiento.

La primera obra de arte contemporáneo que compró el barón Hans Henrich voz Thyssen- Bornemisza, el último miembro de esa saga familiar que a la postre se convirtió en uno de los coleccionistas privados más importantes del mundo, fue de un expresionista alemán: Joven pareja, de Emil Nolde.

El uso del color y de la forma, pero sobre todo su lenguaje, sacudieron los prejuicios del noble coleccionista, que hasta ese día mantenía a rajatabla la máxima de su padre, quien aseguraba que el arte había muerto en el siglo XVIII, por lo que a partir de entonces no se había creado nada digno de coleccionar.

La exposición Expresionismo alemán muestra 80 obras de enorme importancia histórica y artística que nunca se habían visto juntas y que forman parte de la colección del museo y del acervo personal de algunos de los herederos directos del barón Thyssen, pues, el Estado español adquirió en 1993 el grueso del legado de la colección privada.

Coleccionar para recuperar la memoria

Cuando el baron Thyssen compró aquella acuarela de Emil Nolde, con 40 años, reconoció que fue como si se hubiera liberado de un lavado de cerebro en el que había vivido y que le había hecho dar la espalda a todas las expresiones artísticas después del siglo XVIII.

Ese hallazgo lo llevó a comprar, casi de forma compulsiva, obra sobre todo relacionada con el expresionismo alemán, que ya entonces consideró crucial para entender la historia del arte, pero también era una afrenta al régimen nazi, que durante su etapa de terror y devastación también persiguió a este movimiento y sus artistas.

El coleccionismo de obras de este movimiento era para él una forma de recuperar la memoria de un cuadro, una manera de salvarlo del peligro del olvido.

Desde la subida al poder de Hitler, el régimen nacionalsocialista puso en práctica su política de depuración artística y organizó diversas exposiciones de condena, entre las que Entartete Kunst (Arte degenerado) es la que más ha quedado marcada en la memoria histórica del arte del siglo XX.

Se abrió en Múnich, la capital del nazismo, en julio de 1937, y recorrió diversas ciudades del país. Varias pinturas que hoy forman parte de las colecciones Thyssen y que entonces eran parte de los fondos de los museos alemanes fueron requisadas y denigradas por los nazis. Entre ellas, la más destacada es Metrópolis (1916-1917), de George Grosz.

El cuadro, adquirido en 1924 por la Kunsthalle de Mannheim, fue confiscado e incluido en la mencionada exposición difamatoria de 1937, en la que, sobre las pinturas de Grosz, podía leerse: Arte como herramienta de propaganda marxista contra el servicio militar.

El director artístico del museo, Guillermo Solana, explicó durante la presentación que la muestra reúne a los principales autores del movimiento y abarca todas sus épocas.

Eso permite al espectador hacerse idea de la variedad de formas que los artistas del movimiento y sus agrupaciones por áreas geográficas fueron dando a la tendencia, aun dentro de los denominadores comunes que los unieron; básicamente, el antinaturalismo en el color, que acabó acercándoles a los fauvistas y sus fieros pigmentos, y el antimpresionismo en cuanto a la mirada. Pues si hay que subrayar una característica de los expresionistas es su empeño en representar no lo que veían, sino lo que sentían, explicó.

La muestra se podrá ver en el Museo Thyssen de Madrid hasta el próximo 14 de marzo.