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Ciudad perdida

Morena: gane quien gane, todo va mal

E

n el asunto de Morena las encuestas no fallaron, lo que erró de todas todas es la pregunta que debería decir: ¿quién va a dirigir Morena?, porque ni Porfirio Muñoz Ledo ni Mario Delgado van a poder decidir en ese organismo.

Veamos: nadie en sano juicio podría acusar a Porfirio Muñoz Ledo de falta de oficio político, sabiduría o mañas, que las tiene en suficiencia, pero la movilidad de este hombre, a todas luces el político más completo del país, es cada vez más precaria. A final de cuentas, es un guerrero con muchas batallas encima, y hasta las bayonetas se mellan.

En ese sentido, el rumbo del partido estaría en manos de Alfonso Ramírez Cuéllar, quien a su vez depende de la tribu que encabeza Bertha Luján. Ambos entienden a la perfección cuáles son las limitantes de Muñoz Ledo; por ello, el apoyo que le brindan no proviene de un empate ideológico con el constituyente de la Ciudad de México, ni por asomo, sino de aprovechar las debilidades de quien han colocado como posible presidente del organismo para hacerse de él sin encarar la competencia en las urnas, lo cual nos habla de la calidad de estos dirigentes.

Por su parte, Mario Delgado se ha convertido en un agente muy peligroso, principalmente para la Ciudad de México. Considerado como el personero de Marcelo Ebrard –otro de los políticos más valiosos de México–, calidad que él no puede negar y con una inocencia a veces hasta irritante, Delgado supone que podrá gobernar Morena a la sombra de Ricardo Monreal.

Ingenuidad sería la palabra más amable para calificar la actitud de Delgado, porque el resto del país sabe que Monreal hoy, con muy pocas esperanzas de convertirse en candidato a la Presidencia, cuando menos por Morena –él ama a Movimiento Ciudadano y Dante Delgado lo ama a él–, busca a la Ciudad de México como su plan B. Por eso, abiertamente detrás de Mario aparece una política muy cercana al de Zacatecas: Donají Alva, quien, según las encuestas para secretario general, no logró mayores votos.

En pocas palabras: Delgado no tendría ninguna posibilidad de gobernar ese partido, aunque sí le darían chance de aparecer en todas las fotos.

Pero todo va mal. Gane Porfirio o Delgado, la secretaria general, de la que dependen las grandes decisiones del partido, estará en manos de una morenista sin pasado políticamente pecaminoso. Se trata de Citlali Hernández, joven, sin experiencia, que juega en la cancha de Claudia Sheinbaum y que quedó en tercer lugar, según las encuestas, para ocupar la cartera de mayor responsabilidad dentro de Morena.

Sí, según los datos de las mediciones, con poco más de 30 por ciento ganó Emilio Ulloa, y más abajo, con 21 por ciento y un poco más cerró Citlali. Hubo un segundo lugar que se llevó Carlos Montes de Oca. La encuesta será descalificada en sus resultados porque en la ley de paridad de género, si el presidente es hombre, la secretaría general es para una mujer.

La pregunta ahora es: ¿vale la pena todo este juego de trampas para rescatar a un partido que ya se pudrió? La pregunta tampoco viene en las encuestas.

De pasadita

Inexplicablemente, la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) dio a conocer el sábado pasado, con calidad de alerta sanitaria, el robo de 37 mil medicamentos usados en la lucha contra el cáncer.

Decimos que la denuncia fue dada a conocer inexplicablemente por la Cofepris porque, según nosotros, esas noticias se hacen públicas por la fiscalía o por la Secretaría de Seguridad Ciudadana, dado que el robo sucedió en la alcaldía Iztapalapa, pero ninguna de las dos instancias, por lo que vemos, se dio por enterada, cosa grave.

Y mucho más si sabemos que esos medicamentos sólo pueden ser usados por las instancias de gobierno encargadas de la lucha contra el cáncer, es decir, ninguna farmacia ni algún hospital privado puede utilizarlas, por lo que la sustracción de esos medicamentos no tuvo la intención de ser objeto de venta.

¿Pero entonces? No se trata, por eso, de un robo común. Se quiso crear, eso parece, una falsa escasez de medicamentos para culpar al gobierno federal. Ya hay una denuncia y la cantaleta de la investigación, pero el móvil parece claro, hay videos, hay testimonios, ahora lo que falta es la acción de la justicia para saber quién dio la orden. Urge.

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