Opinión
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Desde el otro lado

Lo que faltaba

P

or lo visto, esta historia tiene más capítulos que la Historia sin fin en búsqueda de la nada, única idea que parece anidar en la cabeza del presidente Trump. Ésa es la sensación que deja la interminable retahíla de dichos y contradichos con los que ha llenado las primeras planas de los diarios y todas las ediciones noticiosas en radio y televisión.

El escritor Bret Stephens explica en un largo artículo ( NYT 5/10) las razones por las que hay que desearle bien al mandatario, una de ellas es la posibilidad de juzgarlo en vida sobre las atrocidades cometidas durante su mandato. Pero lo que pudieran ser buenas razones para desear que supere este grave episodio ocasionado por el Covid-19, se ha convertido en una urgente necesidad por evitar que el presidente lo siga siendo. La inestabilidad emocional que ha manifestado, desde el momento en que abandonó el hospital, se ha vuelto cada vez más angustiante para quienes colaboran con él y el pánico se ha apoderado de algunos de ellos ( NYT 9/10).

Ya no pareciera estar en juego el resultado de la elección, sino el destino inmediato del país. El diagnóstico y la incertidumbre sobre el estado mental y la salud del presidente es motivo de las más descabelladas ocurrencias; y con su actitud, Trump parece gozar en alimentarlas. Ya no está claro si su irresponsabilidad sempiterna o la confusión mental, por el efecto que tiene el tratamiento de drogas experimentales al que fue sometido, es la razón de que ignore la inconveniencia de que sus colaboradores continúen trabajando en su cercanía (ha contagiado al menos a 30 de ellos) y llame a la celebración de reuniones a quienes no tienen más remedio que asistir a escucharlo. Pareciera que para demostrar su infalibilidad no le importa multiplicar los contagios de quienes trabajan en la Casa Blanca y de sus respectivas familias, como ya sucedió en varios casos. A pesar de las 200 mil personas que han muerto en Estados Unidos por el Covid-19, para Trump es una cuestión metafísica que se cura mediante una combinación de sugestión y machismo. Por lo pronto, rechazó la propuesta de que el segundo debate fuera virtual e insistió en que se hiciera presencial, tal vez con la velada intención de contagiar a Biden. El comité organizador cortó por lo sano y lo canceló.

Trump ha ignorado todo consejo de mantenerse en reclusión y ya planea celebrar mítines multitudinarios de campaña. Cabe pensar que quienes asistirán a aplaudirle padecen de la misma ignorancia y estulticia que su candidato.