Opinión
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Ciudad perdida

Poncio Pilato en la Suprema Corte

S

on muchas las respuestas que se han jugado para tratar de explicar la muy tramposa decisión de la Suprema Corte sobre la consulta para investigar a los ex presidentes, pero hay una que da claridad que nos dice el porqué de lo apretado de la votación: cinco de los 11 ministros fueron nombrados por Felipe Calderón y uno por Vicente Fox.

Esto no quiere decir que en la Corte se haya llegado a extremos de cinismo que hubieran llevado a los ministros a votar en bloque, desde luego son mucho más inteligentes. No, de eso no se trata.

La distribución del voto fue perfecta: dos ministros propuestos por Felipe Calderón, dos por Peña Nieto y uno por Fox fueron quienes hicieron lo posible para que se declarara inconstitucional la consulta, pero perdieron, aunque podría haber sido parte del diseño de la ofensiva para evitar que los nombres de quienes se pretende investigar, con el aval de la población, quedaran inscritos en una boleta que será una marca para la historia.

Aunque no se sabe mucho más, hay quien dice que parte del juego se logró por el cabildeo de alguien a quien podríamos llamar un ministro flotante, es decir, formalmente está fuera de la Corte, pero interactúa cada que se asoma algún peligro en contra de Felipe Calderón.

Este personaje, según diversas fuentes, estuvo en contacto con sus pares, tal vez para recordarles a quién deben su nombramiento. Se trata de Eduardo Medina Mora, quien fue ministro hasta que se descubrió una transferencia de recursos económicos –más de cien millones de pesos– a bancos en Europa sin explicación clara.

Tal vez por eso, cuando se trató el tema de la pregunta los votos no guardaron los mismos números que al tratarse de la constitucionalidad de la consulta, donde seis de los 11 votaron a favor. En ese caso el perfil fue diferente.

Bien alineados, los propuestos por Fox, Calderón y Peña Nieto, ocho en total, negaron la posibilidad de que el nombre de esos ex presidentes figurara en la boleta de la consulta y urdieron una pregunta tramposa que no va a ningún lado.

Los ministros se lavaron las manos, sabían que la pelota ahora estaría en manos del Senado y allí las cosas se leen de otra manera, y los nombres de quienes podrían haber dañado al país sí estarán en la boleta. ¿Fin de la historia?

De pasadita

Hoy, a eso de las 2:30, en un muy buen restaurante de esta ciudad, el Corazón de Alcachofa, en el primer piso de un edificio de Presidente Masaryk, el zar del outsourcing, Raúl Beyruti, citó a algunos de sus amigos de la prensa para, guardando el sano anonimato, ofrecer sus puntos de vista sobre el gobierno de Claudia Sheinbaum, quien ha levantado sus opiniones sobre las casitas que mantiene Gilberto Lozano en el Zócalo, con quien Beyruti ha dicho no tener ningún contacto, y contra el grupo GIN que el convocante mangonea.

La reunión será en un privado al que sólo tendrán acceso los invitados y el grupo anfitrión. Los defensores de la libertad de prensa deberán abandonar sus teléfonos celulares antes de ingresar al lugar, y se les pidió que no alertaran a los medios en los que trabajan sobre el encuentro.

Además de las acciones en contra de Claudia Sheinbaum, explicarán la salida de RB de El Economista; en un tercer punto, Javier Treviño, ex Cemex, abordará las acciones del gobierno que afectan al outsourcing; el punto cuatro de la agenda tocará el acoso a sus periodistas, y en el quinto, la estrategia en contra de Napoleón Gómez Urrutia y funcionarios que promuevan discursos o leyes en contra del outsourcing. Tomarán la palabra Rubén Darío Ocaranza y José Luis Gaona para hablar de un acuerdo con el fin de apoyar a los periodistas que se sienten intimidados por el gobierno.

Por cierto, Lozano, a quien se reconoce como empleado de Beyruti, rabiosamente anti-López Obrador, compartió alguna vez su ruido político con Tatiana Clouthier, de quien después habló hasta por los codos. Dicen que no hubo insulto que no enderezara en contra de la señora Clouthier, a quien declaró su enemiga.

Por lo pronto, allí en el Zócalo sopló un viento divino y voló la escenografía, el performance. Fotografías, videos, risas de burla, eso causaron las casitas que revoloteaban por el aire impulsadas por la mano de Dios, diría el sabio Diego Maradona, para dejar en claro que no se puede culpar a ningún humano de la señal que el viento ha dejado en el mero corazón del país.