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Desde otras ciudades

Berlín, a tres décadas de la reunificación. es imán para ciudadanos de todo el mundo

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▲ La torre de televisión de Berlín, el popular Alex, en la Alexanderplatz, centro del antiguo Berlín Oriental. Desde noviembre del año pasado empezaron las celebraciones por los 30 años de la caída del muro.Foto Alia Lira-Hartmann
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l 3 de octubre como fecha simbólica para celebrar la reunificación alemana y día festivo nacional fue acordado el 31 de agosto de 1990, después de firmar el tratado de reunificación entre la República Federal de Alemania BDR –siglas de Bundes Republik Deutschland– y la Democrática Alemana, la DDR, de Deutsche Demokratische Republik.

Tras la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, tras meses de protestas que dieron fin a cuatro décadas de división durante la llamada Guerra Fría, Alemania Oriental se unió a la Occidental recuperando así Berlín el estatus de que hoy ostenta como una de las capitales más atractivas con una alta cuota de diversidad poblacional.

Tiene fama labrada de capital pobre, pero sexy, características definidas por el ex gobernador Klaus Wobereit en 2003 por la capacidad magnética de la ciudad-estado de atraer ciudadanos de todo el mundo que transformaban permanentemente tanto el espacio urbanístico como el espíritu de la urbe.

Los estados federados que componen la actual Alemania se ampliaron a 16 con la asignación de los llamados cinco nuevos, que eran parte de Alemania Oriental y que, actualmente, tras 30 años siguen arrastrando la carga de haber tenido que adaptarse de un día para otro a la por muchos considerada voracidad de un capitalismo global.

Las innumerables consecuencias en el colectivo no terminan de digerirse y muchos llamados Ozis, ciudadanos del Ost, el Este alemán, siguen cargando con algunos prejuicios.

El tratado de reunificación significó una nueva constitución al eliminar prácticamente la existente en la Alemania del Este. Berlín volvía a ser la capital de la Alemania reunificada, Bonn era capital de la Alemania occidental.

El Oeste asumía el compromiso del pago de las deudas con las que cargaba el Este, así como la adquisición de todos los bienes. La privatización de empresas se realizó bajo un preciso mecanismo de organización.

Una industria considerada por el Oeste como prácticamente obsoleta trajo como consecuencia absurdos fenómenos como la venta de algunas empresas por la simbólica cantidad de un marco alemán.

Alia Lira-Hartmann Corresponsal