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Óscar Eyraud Adams, ecologista de los pobres
E

l activista indígena kumiai Óscar Eyraud Adams fue asesinado el pasado 25 de septiembre en Tecate, Baja California. Entre las 6 y las 7 de la tarde, ocho hombres empecherados, con armas de alto poder, llegaron a su casa en dos lujosas camionetas de vidrios polarizados. No cruzaron una palabra con él. Le dispararon 13 tiros a mansalva. Los casquillos calibre 40, .223, 7.62 x 39 y 71.87, usados por rifles AR-15 y por AK-47, quedaron en el suelo.

Óscar, nacido en la comunidad de Juntas de Neji, tenía 34 años y una larga trayectoria de lucha en defensa de su comunidad y del pueblo kumiai. Su equipo de futbol era los Xolos de Tijuana, su cantante favorito Residente y su libro preferido Los cucapá: su pasado y el presente. Según cuenta Daliri Oropeza, sus amigos decían que él era correoso como la tierra y siempre tenía ganas de aprender (https://bit.ly/3kQw9rG).

Los kumiai viven en Estados Unidos y México. Tienen tras de sí al menos mil años de historia. Ocupaban ese territorio antes de que esas dos naciones se formaran. Ellos no cruzaron la frontera, la frontera los cruzó a ellos. Son, literalmente, un pueblo en resistencia contra la extinción. Como los han estado orillando y orillando se suben al cerro, van y vienen. No tienen nada.

Al constatar que las cosas estaban cada vez más difíciles para ellos, en los últimos tiempos Óscar se concentró en tres frentes de trabajo: la autodeterminación de su comunidad, la defensa del agua y la presentación de los desaparecidos. Antes, acompañó las movilizaciones en Mexicali contra la Constellation Brands, se sumó a las protestas de la CNTE contra la reforma educativa y apoyó a las víctimas de la masacre de Nochixtlán.

Convencido en que si no se involucraba en la lucha por la libre determinación en no más de 20 años se perderían la cultura y se olvidarían los sistemas normativos internos comunitarios, se preparó para defenderlos. Estaba en modo investigación. Buscaba respaldo en ­artículos y tratados internacionales sobre autonomía. Planeaba presentar en la asamblea de su comunidad una iniciativa para que ésta fuera reconocida legalmente como comunidad indígena.

En su sitio de Facebook advirtió: Hay un gran atraso en el tema agrario, más en materia de aguas. Ocupamos una reforma a las leyes de agua que favorezca al campo y a las comunidades indígenas del norte del país. Mientras que en la región la cervecería Heineken disfruta prácticamente sin restricciones el acceso líquido vital, los kumiai carecen de él.

“Inexplicablemente –escribió–, la Conagua ha iniciado una campaña para la renovación masiva de las 531 mil concesiones de aguas nacionales (2 por ciento de los concesionarios controlan 70 por ciento de las aguas concesionadas), la cual perpetuaría hasta 2050 las actuales dinámicas de sobreconcesionamiento, violación de los derechos de los pueblos indígenas, de compra-venta y especulación de concesiones, acaparamiento-despojo, contaminación e impunidad”. Añadía: La cervecería Tecate, ahora Heineken, ocupa recibir este comunicado. Ya no posible su desmesurada operación.

Óscar participó en las jornadas por la presentación con vida de los desaparecidos de Ayotzinapa. En 2017 marchó en la Ciudad de México al lado de los padres de los normalistas. Más recientemente, después de que una de las mamás de los 43 vio una foto de un muchacho muy parecido a su hijo, que presuntamente se encontraba en Mexicali, se involucró en su búsqueda. Como parte de esta iniciativa, subió un logo de la búsqueda de desaparecidos a su Facebook. Una hora después fue asesinado.

El activista creció en el seno de una familia de tradición de lucha en defensa de la tierra y en el movimiento indígena. Su tía, Aurora Meza, fundó el grupo Abuelas, para promover la enseñanza y conservación de la lengua kumiai. Los gobiernos panistas la persiguieron por oponerse al saqueo de sus territorios. Durante 30 años denunció cómo los ganaderos metían vacas y caballos en predios que pertenecen a los kumiai, para después acusarlos de robo. Uno de ellos, Rubén Martínez, la demandó falsamente de hurtar un equino para quedarse con sus tierras. En diciembre de 2014, fue salvajemente detenida y encarcelada durante un año. Enferma de diabetes, su salud se quebrantó en prisión. Ya en libertad, murió en agosto de 2018, a los 54 años.

Además de la disputa por la tierra, de la mano del boom del Napa Valley mexicano en Valle de Guadalupe, grandes vitivinicultores y campesinos protagonizan una verdadera guerra por el agua, de la que los kumiai son también víctimas (https://bit.ly/30dfOVU).

Como lo señalan sus compañeros de Mexicali Resiste, la defensa del territorio y agua en Baja California ha provocado, muerte, desaparición y persecución de luchadores sociales. Porque les echamos a perder sus negocios entre el gobierno y las trasnacionales.

En años anteriores, en esta labor de saqueo de la tierra y el territorio kumiai, políticos y ganaderos contaron con el apoyo del Ejército. En septiembre de 2012, los habitantes de Juntas de Neji y de La Huerta denunciaron torturas, secuestros, robos, golpes y toda clase de abusos por parte de militares (https://bit.ly/30eBcKD).

Ahora, por lo visto, tal como ha sucedido en Oaxaca a partir de 2006, y en Guerrero, Michoacán y Morelos, las fuerzas castrenses han sido sustituidas en esa función por gatilleros y narcos. El brutal asesinato de Óscar Eyraud Adams, ecologista de los pobres, no debe quedar impune.

Twitter: @lhan55