Opinión
Ver día anteriorJueves 10 de septiembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad perdida

Morena, hacia su muerte prematura

L

a estrategia que algún grupo en Morena impulsa está clara: los perdedores terminarán ganando.

Dispersar el voto, como se pretende, con la inscripción –siempre en aras de la bendita democracia– de una cantidad inverosímil de candidatos tendrá un solo resultado: la falta de legitimidad de quien resulte triunfador.

Es decir, la mayoría siempre serán los perdedores. ¿Habrá quien gane? Sí, pero no representará a la mayor parte de los votantes, por lo que siempre se podrá poner en tela de juicio la legitimidad de su triunfo, y siempre habrá la posibilidad de cuestionar y hasta contradecir sus mandatos en caso de que no vayan de acuerdo con la cabeza opositora.

Y todo esto pasa porque en Morena no hay, ni hubo, liderazgo ni partido, como hemos repetido en este espacio desde hace mucho tiempo.

Morena fue el instrumento que se creó para llevar a López Obrador a la Presidencia de la República, ante la pudrición que mataba al PRD, pero después, ahora nos queda claro, no supo armar una estructura que le diera cohesión como grupo político, y ni siquiera como respaldo a las acciones que en muchas ocasiones ha requerido la misma Presidencia de la República.

Hoy, frente a la rebatinga por la presidencia de la entelequia, podríamos apostar que sólo existe una razón para tal disputa: los dineros que significan –aunque se les quite la mitad– el fondo que el gobierno otorga al partido triunfante en las elecciones, o... ¿alguien supuso que se trataba de apego a la filosofía, a la ideología –inexistente– de Morena?

Esto sin contar con los beneficios que se traducen en palomear a quienes van a las cámaras, a los gobiernos de los estados, a las presidencias municipales, a las alcaldías y hasta a los órganos de las burocracias estatales, por señalar algunos cargos.

Eso es lo que está en disputa y que algunos llaman poder, pero que en suma no se trata más que la voluntad interesada de quien resulte presidente o de quien pueda manejar a las mayorías opositoras, que en su momento podrán tener más poder de quien se siente en la silla del triunfo electoral.

Por ahí parece que va la cosa. Quienes no han podido ganar por las buenas durante un buen tiempo, buscarán hacer inoperante a la presidencia del partido, como se hizo alguna vez en el PRD para castrarlo. No hay secreto ni dudas, el camino lo han trazado los vicios que en Morena no se han podido sacudir, y si son los mismos actores, y las mismas ambiciones, no se podría tener otro resultado. Tal vez estemos frente a la muerte prematura de un organismo que quiso ser partido político y sólo habrá de sobrevivir a la contienda del próximo año. Ni modo, las cosas no van bien.

De pasadita

Ya hay nombres para inaugurar la relección en la Ciudad de México. Cuando menos quien seguramente será el presidente de Morena en la ciudad, y que no tiene ninguna competencia, por el momento, anda diciendo que es voluntad de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que algunos continúen en el cargo.

La lista no es muy larga, pero para abreviar les podemos decir que, por ejemplo, en Álvaro Obregón no será candidata la hoy alcaldesa; que en Gustavo A. Madero, pese a la violencia y el deterioro en toda la demarcación, el señor Chíguil será propuesto para continuar al frente de la alcaldía.

Cuando menos eso y otras cosas son las que anda esparciendo entre quienes le creen el señor Héctor García, un chipote que le salió a Morena frente a la falta total de liderazgos en la Ciudad de México. Ya les comentaremos más.