Opinión
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El parque de la Bombilla
E

n el antiguo barrio de San Ángel, a principios del siglo XX, el afamado jardinero japonés Tatsugoro Matsumoto diseñó unos bellos jardines en el recién creado parque de la Bombilla. Un avezado empresario construyó en el lugar un restaurante campestre que se volvió el lugar de moda en la ciudad, no obstante que se encontraba alejado del centro.

Este fue el lugar que eligieron unos legisladores de Guanajuato para ofrecer un banquete a Álvaro Obregón, tras su relección presidencial en 1928. A pesar de las medidas de seguridad, un joven caricaturista logró pasar con el propósito de realizar dibujos de los asistentes.

Después de hacer varios, se acercó al presidente para mostrárselos y se colocó a sus espaldas; sorpresivamente, sacó una pistola y disparó seis tiros. Era José de León Toral, simpatizante del movimiento cristero. Se dijo que detrás del atentado estaba la madre Conchita, priora de un convento de monjas capuchinas, quien, según declaró León Toral, le había inspirado a sacrificarse por sus ideales. El asesino fue ejecutado y ella pasó presa 12 años, parte de ellos en las Islas Marías, donde se casó y escribió sus memorias.

En homenaje a Obregón, en 1932, el entonces presidente Pascual Ortiz Rubio cambió el nombre a la zona nombrándola delegación Álvaro Obregón, en vez de San Ángel. En junio de 1934 se comenzó a construir un monumento donde ocurrió el asesinato, mismo que inauguró el presidente Lázaro Cárdenas un año más tarde.

Obregón fue presidente de México de 1920 a 1924 y fue electo nuevamente para el periodo 1928-1934. La Constitución se había modificado para extender el periodo a seis años.

El proyecto fue realizado por el arquitecto Enrique Aragón Echegaray, con esculturas de Ignacio Asúnsolo. Hasta los años 80 del siglo XX el monumento albergaba el brazo que perdió Obregón en la batalla de Celaya flotando en formol; una imagen bastante tétrica que recuerdo me causó alguna pesadilla en mi infancia. Ahora se exhibe una réplica en bronce. La construcción destaca por su gran tamaño y enfrente hay un gran espejo de agua. La entrada principal tiene una pesada puerta de acero custodiada por dos estatuas gigantes de figuras femeninas que representan el trabajo y la fecundidad.

En los muros laterales destacan dos grupos escultóricos de proporciones heroicas: uno dedicado al trabajo agrícola, industrial e intelectual y el otro a la lucha revolucionaria. En la parte posterior luce un águila de grandes proporciones con las alas desplegadas, posada delante de unos cactus.

Vamos a recordar algunos datos del escultor, quien nació en Durango en 1890, y poco antes de que estallara la Revolución se mudó a la capital del país e ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes.

En 1913, tras el asesinato del presidente Madero, Asúnsolo se incorporó al movimiento revolucionario en el que permaneció cinco años. En 1918 regresó a la escuela, concluyó los estudios e inició una productiva y fecunda época de escultor. Contribuyó al movimiento moderno escultórico mexicano con obras monumentales de carácter nacionalista.

Se convirtió en el escultor más apreciado por José Vasconcelos, secretario de Educación Pública, quien le encargó la obra que remataba la fachada del nuevo edificio. Realizó muchas obras que le comisionaron distintos gobiernos y, después del asesinato de Obregón, que fue muy doloroso para Asúnsolo porque había sido su mecenas, le encargaron que tomara la mascarilla mortuoria.

Tomó muchas mascarillas de personajes ilustres, entre otros: León Trotsky, José Clemente Orozco, Xavier Villaurrutia, Frida Kahlo, Diego Rivera, Alfonso Reyes y José Vasconcelos. Falleció el 21 de diciembre de 1965 en la Ciudad de México.

Y ya que andamos en el rumbo vamos al mercado de San Ángel. Está en la avenida Revolución y se distingue por el mural de su fachada que pintó Ariosto Otero, quien plasmó la historia de las actividades relacionadas con el comercio y con personajes populares del cine, la música y las artes plásticas.

Sus puestos de comida son famosos. El de las tostadas compite con el del mercado de Coyoacán. Ofrecen más de 10 variedades como pata, camarón, tinga y cochinita. Hay variedad de salsas; mi favorita, la verde.