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El hombre mal vestido se desenvuelve en una atmósfera de pesimismo y certezas pasajeras

Guillermo Fadanelli habla con La Jornada sobre su nuevo libro, publicado por Almadía // Es una novela abierta, donde caben la biografía, el ensayo, los aforismos, comenta en entrevista

 
Periódico La Jornada
Sábado 29 de agosto de 2020, p. 5

La actual pandemia muestra la ausencia de reflexión y de autonomía de los individuos para enfrentar los acontecimientos mortales y sociales de forma más crítica, personal e informada, considera el escritor Guillermo Fadanelli, quien este jueves presentó su novela El hombre mal vestido (Almadía).

El pesimismo, el temor y los miedos crecen; el desconcierto, y sobre todo la incertidumbre. El optimismo siempre es ridículo, un tanto absurdo y engañoso. Por eso un buen pesimista puede caminar, pelear, trabajar, aunque sepa que la batalla está perdida. Esa es una manera de describir la atmósfera de este libro, menciona a La Jornada.

Fadanelli (CDMX, 1960) agrega que las certezas son pasajeras, sobre todo en la literatura, la imaginación y la vida de los hombres. La novela no progresa, siempre es un lenguaje. Más bien se expande. Se retrae a sí misma. Te contagia mientras no sea una mala retórica. El lenguaje es un virus benigno. Justamente Esteban Arévalo (el protagonista) carece de certezas, aunque tiene preguntas.

El narrador sostiene que la novela es de introspección. ¿Qué sucede en la mente de una persona en apariencia perdida y extravagante como él? Nunca lo sabremos. Esa duda me parece importante, porque propone un principio de humildad, en el mejor sentido: a la hora de enjuiciar.

La historia contiene “un juego que consiste en ‘si sucede en tu mente también sucede en la realidad’. Hay una ambigüedad de si es un asesino. Siempre me gusta no dejar claro lo que sucede, pero en la mente de Esteban los asesinatos ocurren. Es asesino por el sólo hecho de desearlo”.

El autor menciona que su “novela es abierta. Eso la hace algo interesante todavía, que no es dogmática, que no nos marca un camino. Todo cabe ahí, la biografía, el ensayo, los aforismos. Tiene una frase de Tertuliano, filósofo del siglo III y II antes de nuestra época, que dice: ‘Creo porque es absurdo’.

Ese juego tiene mucho que ver con que un optimismo brutal nos paraliza; sin embargo, la duda, poner en duda ciertas certezas inamovibles, saber que los accidentes pueden cambiarnos de un día a otro la vida, son buenas maneras para comenzar a caminar, para pensar y para vivir. Todo esto en términos individuales, porque yo no podría hablar en nombre de las personas.

Niega que se trate de una novela filosófica, aunque sí hay algo de reflexivo. Los hombres somos teorías bípedas. Somos creadores de teorías, y esto nos hace poquito filósofos. Yo soy escritor. Nunca defendería a fondo mis argumentos porque no son teorías únicas y válidas universalmente. Están ahí puestas en la mesa para ser interpretadas, para ser puestas en entredicho.

Guillermo Fadanelli afirma que para escribir hay que estar alerta, ser observador y un poco fiel a tus obsesiones para que una novela tenga vida, que no sea un objeto que vender y no tenga relación íntima contigo. Si bien no es un diario íntimo, tiene que conmover, tener algo de gracia, trasformar de alguna manera al lector o decepcionarlo. Los escritores cuentan mentiras verdaderas, que nos plantean alternativas a lo que supuestamente llamamos la realidad.