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Despertar en la IV República

108 años de la Libre de Derecho

L

a Escuela Libre de Derecho (ELD) se fundó en 1912 de modo muy peculiar: acababa de ascender a la presidencia Francisco I. Madero, después de derrocar al régimen de Porfirio Díaz. Los jóvenes estudiantes y los grandes maestros, los mejores abogados del porfiriato, no estaban de acuerdo con el interés social de Luis Cabrera, director de la Escuela de Jurisprudencia. Lo acusaron de autoritario y se declararon en huelga. Eran nostálgicos, por no decirles reaccionarios, y en su mayoría católicos, con un grupo muy importante de abogados positivistas.

La huelga propició la fundación de la ELD conforme a los modelos europeos. Muchos pensaron que sería una aventura romántica que no duraría más de una época de lluvias. Pero la ELD duró más que el gobierno de Madero, quien cayó víctima de una traición.

La ELD continuó y prosperó 108 años más. Ha producido aproximadamente 3 mil abogados. Sus principios inconmovibles son: los profesores no cobran, las colegiaturas son bajas, los exámenes son anuales y muy rigurosos. No se permite ningún desorden juvenil, lo que resulta irónico al hecho fundatorio.

Yo creo que el secreto está en los exámenes rigurosos idénticos a los de 1912. Son antipedagógicos, pero obligan a los muchachos a estudiar muy en serio, a volverse en su mayoría auténticos autodidactas.

La ELD tiene su mística y gran prestigio; es notable la exaltación y amor que tienen sus ex alumnos por ella. Hay ausencia de autocrítica y sobreidealización de la escuela y sus méritos. Se ha ido conformando una gran identidad. Mantiene la ideología conservadora que la inspiró de autodisciplina y respeto, combinados con la ausencia de un espíritu innovador.

En mi época, con escaso interés en la política y ninguno en las cuestiones sociales. Ha producido buenos abogados y, en los años recientes, altos funcionarios públicos. La escuela imprime un troquel a sus hijos, que no pueden quitarse el resto de sus vidas.

Yo estudié ahí y no me simpatiza su estilo, pero no tengo duda de que tiene gran mérito: es la única institución privada que ha logrado sobrevivir más de un siglo con sus propios recursos, fiel al espíritu de 1912. Creo que al menos merece un profundo respeto.