Opinión
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Calderón y la docena trágica
L

a última docena trágica mexicana dio principio en 2000 y terminó en 2012. La primera parte fue más bien cómica o, más correctamente, ridícula. Quienes tienen quejas de Andrés Manuel López Obrador deberían recordar lo que fue aquello. Salvó a Fox haber dispuesto, por obra y gracia de un petróleo que se fue a las nubes, de más dinero que ningún otro presidente mexicano. Pero también fue el caso que su incompetencia no le permitió aprovecharlo en beneficio del país, sino de unos cuantos corifeos de él y de su distinguida esposa.

La segunda parte de la docena resultó francamente trágica. Por aquello de que el miedo no anda en burro, el sucesor de Fox, cuyo triunfo electoral muchos estamos seguros de que fue tramposo, limpió la administración de los competentes que le quedaban, sacó al Ejército a la calle y barrió el piso con el prestigio de éste, lo embarró con el narcotráfico y demás actividades delictivas y, en suma, dio al traste con la seguridad mexicana.

Todos recordamos la patética imagen del presidentito disfrazado de general, como si fuera de un baile de carnaval. ¡El Ejército Nacional no se merecía el escarnio!

Los muertos ocasionados por virus que todos conocemos no llegan ni a 10 por ciento de los que le debemos a Felipe Calderón.

Si uno y otro hubieran seguido el ejemplo de muchos ex mandatarios de quedarse discretamente en casa o salir del país para mantenerse al margen de la vida pública, suponemos que se habría difuminado en buena medida el recuerdo de los muchos males que le causaron a la patria, máxime que el sucesor de 2012 no cantó nada mal las rancheras. Pero no: Calderón, por caso, anduvo de chile frito, no muy sobrio por cierto, e incluso impulsó a la esposa a que pugnara para la Presidencia de la República, con el consabido ridículo. Por fortuna, la señora tuvo el tino de retirarse antes del fin de la contienda y no salió tan mal librada. Ambos se equivocaron al suponer que al ex le quedaba prestigio para volver a las andadas y hasta ha tenido la desfachatez de inventarse agrupaciones políticas para mantenerse en el candelero.

Pero, la suciedad fue tal que el paso del tiempo no ha logrado librarnos de su hedor. Claro que debemos reconocer que el gobierno de Peña Nieto mantuvo escondida la mugre que ahora está saliendo a la luz y, según anuncian los conocedores, aflorará mucha más, pues parece que hace falta más que claxonazos hebdomadarios en coches de lujo para mantenerlo oculto.

Según parece, al Presidente López Obrador le han salido bien algunas gestiones recientes para agenciarse de información sobre el contubernio con la delincuencia organizada de gente decente de la política y la libre empresa.

No puedo hacerle más: quienes crecimos a la sombra de figuras como la de don Lázaro Cárdenas, estudiamos en escuelas juaristas y nos forjamos en universidades que nos inducían a luchar contra la desigualdad social, no podemos menos que guardarle mucho rencor a los gobiernos de la docena trágica y su ilustre sucesor, por lo que no hicieron a favor del país y, sobre todo, por lo mucho que hicieron en contra de él.

Lo bueno es que no soy el único, si no ¿de dónde salió la abundante votación a favor de Andrés Manuel López Obrador, cuando el pueblo de México se levantó en urnas?