La primera visita oficial del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington para encontrarse con su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, se enmarca en un intenso periodo de contrastes y vaivenes en la relación bilateral, donde se incluyen desde las amenazas a México de imposición de aranceles a sus exportaciones hasta el elogio del jefe de la Casa Blanca al mandatario mexicano por la colaboración en materia migratoria.

Cuando el jefe del Ejecutivo arribe a territorio estadunidense, se alcanzará el punto más alto en su relación personal con Trump, marcada además por el proceso electoral de aquel país, en donde las encuestas no le favorecen.

A 19 meses de gestión, López Obrador sostendrá este encuentro circunscrito a la celebración de la nueva era del tratado comercial y sin que, en principio, se incluyan en el programa, hasta ahora conocido, los temas más espinosos: seguridad y migración. En la agenda está descartado un encuentro con el virtual candidato presidencial demócrata, Joe Biden, o abrir espacio a organizaciones de migrantes mexicanos.

En vísperas del arribo del mandatario mexicano, ayer Trump difundió un tuit con fotografías de su visita al muro en Arizona con un escueto mensaje: ¡Un gran día en Arizona!

El 23 de junio, fecha en la que confirmó en Yuma la reunión, Trump escribió: Quiero darle las gracias al presidente de México. Creo que vendrá a Washington bastante pronto, a la Casa Blanca

La deferencia de Trump al enviar a su hija, Ivanka, a la toma de posesión de López Obrador, abrió un periodo de buen trato, que terminó abruptamente el 30 de mayo de 2019 con un mensaje en Twitter donde, acorde con su temperamental personalidad, anunció que a partir del 10 de junio impondría aranceles a mercancías mexicanas, que se incrementarían gradualmente hasta que se ponga un ALTO a los migrantes ilegales que pasan por Mexico, y a nuestro país. Si México fracasa en actuar, los aranceles se mantendrán al nivel más alto, amagó.

Reacio a la confrontación verbal con Trump, al exabrupto del estadunidense siguieron intensas gestiones del canciller Marcelo Ebrard en Washington, que derivaron en un acuerdo por el cual México instrumentaría acciones migratorias.

México desplegaría en la frontera sur a la Guardia Nacional, que redujo drásticamente el flujo de centroamericanos indocumentados. Trump cambió sustancialmente su postura, que pasó al agradecimiento: Como saben, México ha desplegado 21 mil soldados, lo cual es algo que nunca antes había hecho, y eso ha supuesto una tremenda diferencia en los números rápidamente.

En una concentración por la unidad, López Obrador sostuvo entonces: al presidente Trump no le levanto el puño cerrado, sino una mano abierta. Con el endurecimiento de la política migratoria mexicana se había superado el punto más álgido de la relación, en la que, en contraparte, México demandó un mayor control en el flujo de armas estadunidenses a territorio nacional.

Inmerso en un proceso electoral para buscar su relección, Trump ha mantenido vigentes posturas adversas a México: la reivindicación del muro como estrategia de contención migratoria y la desaparición de DACA, programa de apoyo a jóvenes indocumentados.

La conclusión exitosa de las complicadas negociaciones del tratdo y la anuencia de Trump a vender ventiladores a México para atender a enfermos graves de Covid, son los últimos antecedentes al encuentro de mañana.