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Despertar en la IV República

Guardianes

C

uando el Presidente de la República dice que será un guardián para las elecciones de 2021 no está amenazando con intervenir en los procesos electorales a favor de alguno de los contendientes: está advirtiendo que estará alerta de los indicios que se presenten de fraude electoral. Los denunciará a la fiscalía electoral y nosotros tendremos que actuar en consecuencia. El Presidente tiene como una de las metas más importantes desarraigar el fraude electoral.

Para empezar, esto está basado en su propia experiencia. Fue víctima de dos fraudes electorales a escala local y dos que le quitaron la Presidencia. Pero desarraigar el fraude no sólo deberá ser una tarea del Presidente. Todos estamos involucrados: las autoridades de cualquier rango que tengan competencia y también los ciudadanos que pueden identificar indicios y denunciarlos.

Era frecuente en el pasado que el Presidente actuara como guardián del fraude electoral. Toda la clase política sabía que los fraudes se decidían en Los Pinos. Los fraudes eran operaciones muy complejas y costosas. Los secretarios de Gobernación las coordinaban y los gobernadores las operaban. La iniciativa privada hacía muchas aportaciones. Si ganaban los candidatos que se pretendía imponer, los inversionistas sabían que sus intereses serían favorecidos.

La Fiscalía Electoral va a actuar de modo proactivo en el proceso electoral de 2021 y enviará a agentes del Ministerio Público y policías bien entrenados mucho antes de la jornada electoral. Todos los funcionarios de cualquier nivel estarán obligados a convertirse en guardianes.

Sin duda que si el Instituto Nacional Electoral, los tribunales electorales, nosotros en la fiscalía electoral y las demás instituciones que tienen capacidad de información y de inteligencia se alían para observar las elecciones y denunciar a tiempo los hechos irregulares, los fraudes no se van a producir.

Esto sería un cambio enorme en la cultura política. Si México continúa teniendo elecciones limpias y justas, como las que se vivieron en 2018, la modernización de la política puede volverse una realidad y esto sería un legado del régimen actual y de todos los que participamos en el proceso.

Colaboró Mario A. Domínguez