Opinión
Ver día anteriorMartes 23 de junio de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La sequía
L

os cinco o seis intelectuales coordinados por Loret de Mola en el canal Latinus de Youtube, tal vez representen a un sector variopinto, abigarrado y disperso de la sociedad mexicana. A los coordinados les sigue resultando intragable la derrota electoral de 2018. Decían admitir el fallo de la democracia, pero la hallaron inadmisible tratándose de un gobierno que no entiende la realidad.

Tan disperso está ese heterogéneo sector, que se pregunta cómo congregarlo para derrotar a Andrés Manuel López Obrador el año entrante. Que si con un programa alternativo, que no, que acaso por la vía de decir no, no, no, a todo cuanto represente al líder de la 4T; que si por la vía de inducir a los partidos opositores a hacerse de candidatos únicos y olvidarse de AMLO; que si mejor hacer el juego doble de ganar con sus candidaturas estatales y por esa vía ganar el Congreso porque habrá suficientes distritos electorales en juego; que si con Alfaro o con Corral; que si hay que contratar a expertos nacionales y extranjeros especialistas en campañas electorales (con su juego cínico a la gringa, trumpiano, de fake news) y engatusar así al electorado, quizá al de clase media empobrecida; o acaso sea mejor contar también con un plan alternativo con medidas y programas que se ocupen de la realidad porque AMLO sólo comete barbaridades.

Sin duda lo más llamativo es su creencia ciega en una realidad efectiva –ajena a sus intereses–, que dan por obvia, y que resulta brutalmente contradicha por el presidente López Obrador. Es una creencia claramente neoliberal, propia de su fidelidad al discurso único de ese credo, aunque sólo un no intelectual, pero del mismo bando, Leo Zuckerman, lo admite sin ambages.

Resulta evidente: los mueven sus intereses menguados y los intereses no mermados de los grupos empresariales y de altos ingresos. Como los partidos de oposición, viven en una apnea política audible, sofocante, que les tritura la garganta. Se les ve paralizados, sin saber cuál puerta es la de escape. Lo visible en esos intelectuales son palos de ciego, algunos de los cuales se los propinan entre ellos mismos, y una áspera sequía de ideas.

Primero los pobres significa: AMLO quiere una república de pobres; eso dicen creer. Durante incontables sexenios fueron preferidos de un poder que los puso en medio de la fama, la fortuna y los caudales: no tienen modo de negarlo. Viven la pérdida de sus privilegios como una amenaza de pobreza. Señalan y reclaman: AMLO está dividiendo al país. Como si éste no estuviera hondamente escindido por gracia de las décadas de fueros y beneficios entregados por los gobiernos neoliberales a los de arriba, mientras agrandaban implacablemente el mundo de los jodidos.

Vienen las elecciones de 2021 y, desde luego, AMLO no puede menos que proveer, con toda su experiencia política, las condiciones no sólo para preservar el incipiente camino andado, sino para asegurar la 4T y su cometido más necesario: el cambio de régimen. Una gesta que tomará lustros de complejas batallas por la libertad efectiva de los de abajo. Por ahora, siguen siendo esclavos de la necesidad.

Los portavoces del pasado no pueden ver que su fracaso final es un síntoma extra de la rotunda derrota del neoliberalismo mexicano, como ha ocurrido en todo el mundo. Algo ya admitido por las casamatas mayores del capitalismo neoliberal: FMI, Banco Mundial, OCDE, convertidas en keynesianas de la noche a la mañana.

Ciertamente los poderes económicos del mundo y sus fortines internacionales no cederán la plaza con la cabeza gacha. Por el contrario, a toda prisa alistan sus armas para encabezar y procesar las reformas lampedusianas ad hoc para seguir con su jaripeo amasando fortunas sin principio ni final a costa de los demás.

En los hechos, tanto China como EU seguramente saldrán de esta crisis sanitaria y económica de veras menguados. Una deriva hacia la anarquía internacional sería irremediable en un plazo no lejano, tanto en términos de seguridad internacional, como de comercio y de gestión de la pandemia. Así, formas variadas de nacionalismo irracional afectarán al mundo.

En China el daño económico ha sido intenso y se extenderá por largo tiempo, no sólo por su frenazo interno, sino porque la contracción económica mundial la afectará seriamente, dado que su coeficiente de apertura externa es de 38 por ciento. En 2020 su crecimiento económico se estima en cero. En EU la economía caerá en 2020 entre 10 y 14 por ciento. Según el FMI, el PIB per cápita caerá en 190 países. Nadie puede escapar a ese escenario ominoso.

Nos esperan batallas inmensas por la justicia social y por una reconversión productiva consistente con ese reclamo. Los de abajo necesitan claridad continuada. A AMLO y a Morena, cada uno en su pista, les aguarda un combate sin reposo. Para las mayorías la justicia social ha de sentirse en la cotidianidad, sin ambigüedades. Hechos son amores y no buenas razones.