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Igor Levit ejecutó Vexations, grito silencioso de 20 horas de Satie

La interpretación de la maratónica pieza fue para el pianista un llamado a reconocer la difícil realidad que viven los artistas del mundo a causa del Covid-19

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Hecho. Feliz. Satisfecho. Agradecido. Y tan jodidamente colocado, escribió Igor Levit al concluir la hazaña.Foto Captura de pantalla
 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de junio de 2020, p. 6

El pianista Igor Levit ejecutó un esfuerzo épico, un grito silencioso, el reflejo de un sentimiento de resistencia, para advertir sobre el impacto en las audiencias y los artistas en la época de aislamiento obligado por el nuevo coronavirus: durante casi 20 horas interpretó la pieza Vexations, de Erik Satie, y lo transmitió en vivo sobre el escenario de Internet.

“Mi mundo y el de mis colegas ha sido diferente durante muchas semanas; probablemente lo será largo tiempo.

Vexations representa para mí un grito silencioso”; por eso sintió que era el momento correcto para interpretar la obra del compositor francés, explicó el concertista germanorruso.

La hazaña se inició el sábado 30 de mayo a las 14 horas en Berlín (7 de la mañana en la Ciudad de México), hasta el resto del mundo unido por el golpe de la pandemia de Covid-19, sentado en un estudio en la capital alemana ante una alta pila de partituras sobre el instrumen-to de cola.

Al transcurrir del tiempo fue tirando las sábanas blancas hasta dejar el piso de la habitación, suavemente iluminada, alfombrado por las notas. Hubo cortes para cumplir con llamados de la anatomía. Por momentos de pie, en batalla contra el cansancio. La mayor parte con la cabeza hundida frente al teclado. Poseso, sudoroso. Los ojos cerrados, en un balance del rostro echado hacia atrás, una mano sobre la otra, como si estuviera en movimiento en un ataque de sonambulismo.

Retiro de humildad

Culminó la odisea musical ya de madrugada de nuestro lado del planeta, con constancia y concentración extraordinaria. Hecho. Feliz. Satisfecho. Agradecido. Y tan jodidamente colocado, escribió al final. Unas cuantas horas después publicó una pequeña demostración pianística del buen estado de sus manos y mente con un fragmento de Nature Boy, de Eden Ahbez.

El señor Levit interpretará un concierto que trascenderá límites geográficos y zonas horarias, anunció la página del Festival Gilmore, uno de los sitios que colaboraron con la singular propuesta de confinamiento, junto con los diarios Der Spiegel y el semanario The New Yorker. El perfil de Twitter del pianista de 33 años ( @igorpianist) fue otro de los lugares donde se abrió el telón para el video.

Antes, cuando proliferó el anuncio para asistir a la cita, Levit relató que siempre hubo un fuerte deseo por interpretar la veintena de horas de Vexations, revolucionaria por su armonía atonal. La duración no me parece una molestia o una tortura, como sugiere su título, sino un retiro de silencio y humildad. Refleja un sentimiento de resistencia.

La respuesta a un romance fallido, una parodia o un ejercicio teórico, se ha especulado sobre el mensaje detrás de esta pieza que Satie compuso en 1893, pero que salió a la luz en 1949. Es la repetición de un tema y dos variaciones por 840 veces lo que prolonga su existencia hipnótica. Fue el vanguardista John Cage, el del silencio y pianos preparados, quien la estrenó en 1963 en un teatro en Nueva York.

Igor Levit, ruso de nacimiento, quien en la infancia se mudó a Alemania con sus padres, se vio obligado a cancelar las giras como consecuencia del confinamiento y cierre de las salas de concierto.

Casi enseguida ofreció recitales caseros, con un rudimentario equipo de video. Así lo hizo por casi 50 noches desde su departamento en Berlín. Solo en casa, y acompañado por los observadores de las redes sociales.

Es un momento triste y extraño, pero actuar es mejor que no hacer nada, contó Levit a Alex Ross, crítico de The New Yorker. El concierto fue llevado a casa de los espectadores por este pianista que ha recibido amenazas de muerte por criticar la falta de humanidad del ala derecha alemana durante la crisis de refugiados.

Al final, no todo cerró. Las fronteras se abren con la música, en el tiempo, el espacio y lo universalmente humano.