Editorial
Ver día anteriorMartes 19 de mayo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Covid-19: sin vacuna no habrá normalidad
E

l reclamo del desarrollo de una vacuna contra el nuevo coronavirus llegó ayer a la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, señaló que la formulación de tal vacuna es necesariamente el punto de salida para la crisis mundial generada por la pandemia de Covid-19.

Por su parte, la Unión Europea presentó un proyecto de resolución orientado a establecer el acceso universal, rápido e igualitario de todos los productos necesarios para reaccionar contra la pandemia, incluida una inoculación a gran escala contra el virus, como un bien público mundial.

Tales posicionamientos, que coinciden con lo señalado por los jefes de Estado de China, Xi Jinping, y de Francia, Emmanuel Macron, chocan con la postura del presidente estadunidense, Donald Trump, y con los intereses monetarios de empresas farmacéuticas que ven en el desarrollo de la vacuna contra el Covid-19 una oportunidad única para hacer negocios astronómicos de escala planetaria. Ese desencuentro ocurre en el contexto de la ruptura del jefe de la Casa Blanca con la OMS, en el marco de un cruce de acusaciones en el que Trump busca atribuir a China la responsabilidad por el descontrol de la pandemia –e incluso por la supuesta fabricación del virus que le dio origen–, no sólo para dar alimento a la vieja disputa comercial entre Washington y Pekín, sino también para minimizar sus propias responsabilidades en la forma desastrosa en la que su gobierno ha enfrentado la pandemia.

Salta a la vista, sin embargo, que el desarrollo de una fórmula de inmunización contra el virus SARS-CoV-2 y su aplicación universal es la única manera de proclamar un triunfo sólido frente a la pandemia; que la investigación, la producción y la distribución y administración masiva de la vacuna tomará obligadamente meses o años y, en tanto esos objetivos no se logren, no será posible recuperar la normalidad en el mundo.

Lo que se ha llamado nueva normalidad es un eufemismo que alude a un conjunto de medidas experimentales, azarosas y provisionales en un territorio desconocido, incierto y lleno de riesgos. Ningún país y ningún gobierno tiene, hoy por hoy, la fórmula infalible para dejar atrás en forma definitiva las disposiciones originales de distanciamiento social y confinamiento.

La crisis sanitaria que ha impactado a la mayor parte del planeta dejará, sin duda, valiosas lecciones e introducirá modificaciones perdurables en la vida económica, social y política de la humanidad pero, como ocurrió en el pasado con la viruela y otros padecimientos, no podrá ser erradicada en tanto no se inmunice a la población de todo el globo terráqueo contra el coronavirus.

Para ello es indispensable dejar en segundo plano los cálculos comerciales y geoestratégicos. Los esfuerzos por desarrollar la vacuna correspondiente deben modularse, en consecuencia, por la cooperación y no por la competencia, y su fruto ha de ser declarado bien público mundial.