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Ver día anteriorDomingo 10 de mayo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La fiesta en paz?

De claudicaciones y declaraciones o el rechazo a sacudirse autocomplacencias

A

sí como los sobrevivientes de la Ciudad de México y la zona conurbada estamos considerablemente blindados contra los virus de distinta especie luego de nuestra probada resistencia a la calidad del aire que respiramos hace décadas, igual los taurinos o promotores del espectáculo se sienten recubiertos por las alas protectoras de la… autorregulación.

Entre las muchas claudicaciones del Estado mexicano ante una Revolución pobremente enunciada y apenas cumplida, gracias a la corrupción y a la aprobada dependencia tecnológica, económica, comercial, cultural y mediática de Estados Unidos, está el vergonzoso hecho de haber renunciado a cumplir y hacer cumplir nuestra Constitución Política. Fue la puntilla a cualquier intento serio de soberanía y de desarrollo con justicia. Y junto a ese incumplimiento de sucesivos gobiernos, la inobservancia de toneladas de leyes, códigos y reglamentos, incluido el taurino.

Esta fatiga ideológica de la autoridad encargada de salvaguardar tradiciones y expresiones identitarias del pueblo mexicano se tradujo en dar la espalda a leyes y a ciudadanos, reduciendo la intervención del Estado en la economía y en sectores claves como salud y educación. Se permitió a la vez la libre operación de las multinacionales a partir de la desregulación de los mercados y la escasa o nula vigilancia de sus promotores internacionales y los nacionales asociados con aquéllos. En materia taurina las cosas no podían ser diferentes, sólo que el lugar de Estados Unidos lo ocupa su aliada España, con el propósito de estrechar lazos en el continente a través de la fiesta brava. Tamaño sometimiento fue bautizado como globalización y proyanquis e hispanópatas aplauden al unísono. Ya no es una torpe estrategia de distracción, es una dependencia creciente de media docena de toreros-marca importados, a costa de la evolución de la tauromaquia en nuestro país, casi reducido a otro penoso enclave colonial.

Poca elocuencia poseen los taurinos a la hora de defender posiciones, trátese de antis o de virus como letales. El matador en retiro Eulalio López Zotoluco declaró al diario Esto: “se debe trabajar en una restructuración y que los protagonistas ajusten costos… muchos ya están enviando al matadero a sus toros, las pérdidas son millonarias… se debe pensar en una restructura global y sumarnos a la causa… se tendrán que bajar los precios de los toros, lo mismo los toreros deberán ajustar sus cobros, extranjeros y mexicanos, al igual que los propios empresarios habrán que ajustar el costo de las entradas… se debe ofrecer una oferta (sic) importante al público…” Pues sí, ni modo de seguir con toritos de la ilusión para figurines de importación. Por predecible, esa fiesta no apasiona, aunque los autorregulados lleven más de 25 años con tan malas prácticas.

Por su legendaria parte, el diestro sevillano Curro Romero, entrevistado en el portal Mundotoro, expuso: “El sector taurino, que ya padece que se le mire ‘con lupa’, debería dejar pasar este año y volver el que viene con la mejor salud que haya tenido nunca… que haya tal expectación por ver toros que la gente llene todas las plazas… Me da lástima por un buen manojo de toreros que este año tenían por delante Sevilla y Madrid para explotar del todo, les va a truncar su evolución, lo siento más por ellos que por las figuras, que ya son referentes, regresarán en el mismo lugar… de horror ver que, después de tanto sacrificio durante cuatro años por criar un toro de bandera (sic), les dan 500 euros en el matadero”…