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El hornero, oficio que ahora requiere ser más cuidadoso
 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de mayo de 2020, p. 26

Por la naturaleza de su trabajo, Mauro Esquivel está en constante riesgo de contagiarse: no es médico ni trabaja en un hospital, labora en el Panteón Civil de Dolores y su oficio es cremar cuerpos.

Desde muy temprano, él y su equipo de tres personas comienzan a recibir cadáveres. El reloj marca las 9:45, y los cuatro hornos ya se encuentran encendidos.

Vestidos con un traje blanco, máscara antigás, guantes, cubrebocas doble y una careta, los horneros se encuentran en riesgo de enfermarse si entran en contacto con fluidos corporales.

Al ser entrevistado, este hombre de 51 años asegura que desde que empezó la jornada de Sana Distancia a la fecha ha tenido contacto con 57 cuerpos de fallecidos por Covid-19.

Debemos de tener mucho cuidado, tenemos que agarrarlo bien, no estar meneando tanto para no agitarlo porque los líquidos nos pueden hacer daño. Los cuerpos vienen en dos bolsas asépticas; de hecho, los familiares ya no pueden estar en contacto con él. Así como vienen sellados los metemos al horno, nos debemos tardar, por mucho, dos minutos en empezar a cremarlo.

Cada incinerador debe alcanzar 900 grados Celsius por dos horas para reducir un cuerpo a cenizas.

Por disposición de la Consejería Jurídica y de Servicios Legales, los crematorios permanecen cerrados al público para prevenir la dispersión del virus. Cuando se realiza un servicio sólo dos familiares pueden estar presentes.

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▲ Un pequeño equipo es el encargado, bajo un alto riesgo, de cremar los cuerpos que llegan al Panteón Civil de Dolores, en la alcaldía Miguel Hidalgo.Foto José Antonio López

Las carrozas se detienen frente al módulo de cremación y se ingresa el cuerpo a los sótanos, donde se encuentran los hornos. El cambio de temperatura es perceptible, del fresco exterior se siente el calor al ingresar a las oficinas.

En el techo del edificio hay una chimenea que constantemente emite humo negro y desde lejos se sienten las ondas de calor.

Mauro lleva 15 años en el cementerio, tiempo que le ha permitido dominar el oficio de hornero. Se trata de tomar las precauciones todo el tiempo. Cuando llego me pongo todo el equipo, antes de irme me baño aquí, tenemos regadera; me cambio de ropa, luego me voy para mi casa. Prácticamente me voy limpio y llego limpio de mi trabajo.

Relata que al inicio de la pandemia hubo comentarios de su familia sobre los peligros por el trabajo, pero dice que debe seguir adelante.

Hay que trabajar, porque si uno llega a tener miedo, ¡imagínate! Cada vez que llegue un cuerpo todo se nos va a juntar. Es mejor ni siquiera saber que pertenecen a víctimas del Covid-19, por eso yo lo tomo normalmente, como si fuera otra la causa de su muerte, prefiero no saberlo.