Política
Ver día anteriorSábado 9 de mayo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Pandemia

La SSA no le dio un buen equipo de protección

Que la muerte de mi esposo sirva para mejorar las condiciones de los médicos
 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de mayo de 2020, p. 5

Con apenas 38 años de edad, el médico legista Uriel Elías Guzmán falleció el 4 de mayo con todos los síntomas de Covid-19, pero las autoridades sanitarias no le aplicaron una prueba para confirmarlo ni apoyaron a la familia con los gastos funerarios.

Fátima Amaya Candelas, esposa de la víctima, lamenta que el fallecimiento de su marido ocurrió debido a que la Secretaría de Salud (Ssa) no le brindó el equipo de protección suficiente para evitar un contagio, pero también a que buena parte de la sociedad sigue sin comprender la gravedad de la pandemia.

En entrevista con La Jornada, la mujer recuerda que el 27 de abril su esposo acudió al Hospital Regional Ignacio Zaragoza del Issste luego de presentar algunos síntomas del coronavirus, pero en dicho nosocomio determinaron que no requería hospitalización y podía regresar a su casa.

Sólo unos días después, el joven médico legista –quien trabajaba en la agencia del Ministerio Público de la alcaldía Miguel Hidalgo– tuvo síntomas más fuertes y fue internado en el mismo centro de salud adonde acudió la primera vez, pero murió luego de cuatro días hospitalizado, el 4 de mayo a las 10:30 horas.

Aunque la entrega del cuerpo de su marido fue rápida, la condición fue que se le enterrara de inmediato, sin realizar los actos fúnebres que su familia hubiera deseado. “No pudimos velarlo y hacer todo a lo que estamos acostumbrados. Los rosarios se los estamos haciendo a puerta cerrada mis hijas –de tres y un año– y yo”, cuenta Fátima.

Para la mujer, uno de los elementos que precipitaron la muerte de su esposo fue sin duda que las autoridades del sector salud no le dieron elementos suficientes para protegerse del Covid-19 al que estaba expuesto por su labor como médico legista, tanto en las entrevistas con pacientes vivos como en el análisis de cadáveres.

“A él le dieron un kit que incluía media barra de jabón, dos vendas –no entiendo para qué–, unos cuantos pares de guantes y una especie de bata amarilla casi transparente. ¡Un pedazo de tul era más grueso! Pero no le dieron cubrebocas ni gel, y había veces en que veía a 40 personas al día”, recuerda.

El segundo factor que propició su fallecimiento, dice Fátima con tristeza y enojo a la vez, es el hecho de que buena parte de la gente siguiera haciendo su vida normal, lo cual hizo aumentar los contagios y expuso a los médicos a tener más contactos con personas infectadas.

Porque ellos lo hacen, hoy mi esposo está enterrado. Deja dos hijas huérfanas que en algún momento lo van a olvidar, y no es justo. Pero si con hablar de esto vamos a ayudar a que las condiciones de los médicos mejoren, adelante. Que la muerte de mi esposo no se quede así. Que de algo valga.