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En Afganistán el teatro es un medio para advertir del impacto duradero de los traumatismos

Obras, como Soledad, han convencido a la gente de ir al sicólogo

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▲ Integrantes de la ONG Afganistán Mente de Paz actúan en el escenario sobre el trauma de la guerra y la depresión, en Kabul. La imagen fue captada el 19 de febrero.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de abril de 2020, p. a10

Kabul. Cuando asistió a una obra de teatro en Kabul sobre el traumatismo, Hussain no pudo evitar ponerse a llorar porque la representación le hizo revivir una escena de guerra en Afganistán en la que estuvo a punto de morir.

No podía parar de llorar, contó este estudiante de 22 años, que sobrevivió a un atentado suicida que mató a 57 personas en la capital afgana en 2018. Todavía tengo pesadillas de ese momento, la sangre, los trozos de cuerpos y las personas heridas pidiendo ayuda.

Hussain, que no quiere dar su apellido, asistió a la obra de teatro Tanhayee (Soledad), que narra la historia de dos mujeres, una superviviente de un atentado suicida y una víctima de agresión sexual.

En un país conservador que lleva cuatro décadas en guerra y de sufrir desplazamientos de población, los productores esperan que la obra sirva para advertir del impacto duradero de los traumatismos.

Cada individuo en este país se ha visto de una manera u otra afectado por un traumatismo mental, afirmó Jebrael Amin, portavoz de la organización no gubernamental (ONG) Afganistán Mente de Paz, que financia la puesta en escena.

El teatro es una buena manera de sensibilizar a la gente, porque se da cuenta de que a su alrededor muchos comparten el mismo dolor, sostuvo.

Cerca de 85 por ciento de los afganos vivieron o asistieron al menos a un hecho traumático, según una encuesta de la Unión Europea de 2018.

Los datos del ministerio de Sanidad muestran que cerca de un afgano de cada dos padece sufrimientos sicológicos.

No hay ninguna duda de que la guerra y la violencia que conlleva son los principales factores de sufrimiento mental y de traumatismo en Afganistán, señaló Bashir Ahmad Sarwari, jefe del Departamento de Salud Mental del ministerio.

Sin embargo, menos de 10 por ciento de los afganos recibieron apoyo sicosocial suficiente del Estado, según la ONG Defensores de los Derechos Humanos.

La situación todavía es peor fuera de las grandes ciudades, donde escasean las infraestructuras sanitarias.

Además hay grandes zonas rurales en Afganistán controladas por los talibanes, donde no hay seguimiento sicológico.

El gobierno afgano formó a unos 850 consejeros sanitarios de salud mental en la década pasada, pero el miedo a la estigmatización en una sociedad patriarcal y conservadora hace que muchas personas no quieran pedir ayuda.

Es un gran problema porque las personas que sufren problemas de salud mental están consideradas como débiles, estúpidas o incluso locas, afirmó Bashir Ahmad Sarwari.

Ansiedad

El impacto puede ser devastador. Najib, que rechazó dar su nombre completo por miedo a las críticas, empezó a sufrir depresión y ansiedad tras haber perdido a su madre en un atentado en Kabul en 2017.

Cuando lo habló con sus amigos lo rechazaron. Pensé en suicidarme, aseguró.

Najib se sintió impotente y aislado durante años, hasta que lo convencieron para consultar a un sicólogo.

Para lograr que muchos más enfermos acepten ir al sicólogo, los profesionales sanitarios usan métodos no convencionales, como el teatro o los proyectos artísticos.

La obra Tanhayee fue representada 15 veces, pero tuvo que suspenderse para evitar la propagación del nuevo coronavirus, Covid-19.

Según el ministerio de Sanidad, más de dos millones de afganos de los 35 que tiene el país visitaron clínicas de salud mental el año pasado. Hace 10 años apenas eran unos miles.

Estamos en el buen camino, comentó Wahid Majroh, consejero principal del ministerio. Sin embargo, el grado de traumatismo (...) aquí es tal que los servicios o la sensibilización sobre la salud mental no alcanzan.

Las experiencias violentas están tan extendidas en Afganistán que el sufrimiento descrito en Tanhayee hizo llorar a muchos espectadores.

La catarsis funciona en los dos sentidos. La actriz Jamila Mahmoodi, que interpreta a la víctima de un atentado, cree que la obra la ayudó a superar el hecho de que ella escapó por poco a un atentado suicida.

Durante meses esta mujer, de 21 años, dijo haber luchado contra el estrés postraumático. Tengo la impresión de que actuar me ayuda, expresó.

Me siento en paz interpretando el papel que yo y otros miles hemos vivido en la vida real.