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Cifra de economía china muestra que lo peor ha pasado
 
Periódico La Jornada
Sábado 18 de abril de 2020, p. 22

Pekín. La epidemia de Covid-19 frenó de manera inédita el crecimiento chino: el producto interno bruto (PIB) se desplomó 6.8 por ciento durante el primer trimestre del año, su peor resultado desde el final de la era maoísta.

Aunque poco fiable, la cifra del PIB de China suscita interés por el peso del país en la economía global.

La contracción real en el primer trimestre es, sin duda, bastante mayor de lo que sugieren las cifras (oficiales), considera el economista Ting Lu, del banco de inversión Nomura.

Esta caída es menos pronunciada que el 8.2 por ciento pronosticado por un grupo de analistas consultados por la agencia de noticias Afp. Sin embargo, es la peor desde que comenzaron las publicaciones trimestrales del PIB, al comienzo de los años 90. En el último trimestre de 2019 el crecimiento fue de 6 por ciento anual.

En términos anuales, el país asiático no ha experimentado una contracción del PIB desde 1976.

El resultado del primer trimestre era muy esperado, porque China fue la primera nación golpeada por el nuevo coronavirus, a finales de 2019.

En un esfuerzo por frenar la propagación del virus, que ha causado oficialmente más de 4 mil 600 muertos en el país, el país asiático adoptó medidas de confinamiento sin precedentes a finales de enero que paralizaron la actividad. Actualmente se reanudan de manera progresiva.

Pero en plena propagación del virus por todo el mundo, Pekín se enfrenta a nuevas dificultades y desafíos para reiniciar la actividad y la producción, admitió ante la prensa Mao Shengyong, portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas.

Pese a la mejora de las condiciones sanitarias en semanas recientes, cientos de millones de chinos siguen limitando su desplazamiento por miedo a contraer el nuevo coronavirus. Este contexto ha afectado el consumo.

En apuros

Las ventas minoristas se desplomaron de nuevo en marzo 15.8 por ciento anual. En los dos meses anteriores (única estadística disponible) disminuyeron 20.5.

La producción industrial ha caído 1.1 por ciento (en comparación con la contracción de 13.5 por ciento en enero y febrero), lo que deja entrever una reactivación de la actividad en el país.

Por su parte, la inversión en activos fijos en la segunda economía mundial cayó 16.1 por ciento en los tres primeros meses del año (frente al retroceso de 24.5 en la última publicación).

Entre abril y junio se prevé que China volverá al crecimiento, tras registrar en el primer trimestre su desaceleración más severa desde la revolución cultural, que terminó en 1976, considera el analista Julian Evans-Pritchard, del gabinete Capital Economics.

Ello no significa que sus problemas vayan a terminarse. Las dificultades, incluso, se intensificarán. Apunta Evans-Pritchard: aumento del desempleo, demanda interna débil y condiciones económicas difíciles en el extranjero, que conducirán a una caída de las exportaciones, uno de los motores de la economía china.

Como los principales socios comerciales de Pekín sufren de lleno la epidemia, las ventas de China al extranjero cayeron de nuevo en marzo 6.6 por ciento anual, según las cifras publicadas el martes pasado por Aduanas.

Esta contracción es menos pronunciada que la de enero-febrero acumulados (17.2 por ciento).

¿Mejora el año que viene?

Las cifras de marzo anterior parecen indicar que para la economía china lo peor ya ha pasado, pero la recuperación será larga, advierte Evans-Pritchard.

Sobre todo, porque la pandemia ha debilitado a las pequeñas y medianas empresas privadas, la más dinámicas en términos de empleo. Al menos 460 mil de ellas han cerrado en el primer trimestre, apunta el gabinete Trivium China.

La tasa de desempleo se mantuvo elevada en marzo (5.9 por ciento), después de un máximo histórico en febrero (6.2 por ciento), indicador que sólo tiene en cuenta la situación en las zonas urbanas.

La presión sobre el empleo se acentúa, estima Ting Lu. Los líderes chinos siguen muy de cerca este criterio, por ser clave para la estabilidad social.

Como resultado, Pekín anunció varias medidas fiscales para las pequeñas y medianas compañías y bajó los tipos de interés para incentivar a los bancos a prestar más a esas empresas.

Para los analistas esas medidas son insuficientes y se necesita un paquete de estímulos para sostener la economía, opción que Pekín parece descartar en momentos en que el país quiere sanear sus finanzas.

Debido a la incertidumbre asociada con la pandemia, la nación asiática, que suele elaborar en marzo su hoja de ruta económica, aún no ha fijado el objetivo de crecimiento para 2020.

En sus más recientes previsiones, el Fondo Monetario Internacional indicó –el martes pasado– que espera un crecimiento moderado de 1.2 por ciento este año, antes de un aumento a 9.2 el próximo, una vez que se recupere la economía global.