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Ver día anteriorLunes 13 de abril de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pensar en mañana
S

in duda alguna, la crisis sanitaria generada por el coronavirus (Covid-19), desconocido hasta hace muy pocos meses para la humanidad, ha generado muy diversos debates y diferentes narrativas en todo el mundo.

Somos parte de una generación que nunca había enfrentado una pandemia de esta magnitud. Si acaso la cercanía más estrecha de esta generación con un fenómeno así era haber escuchado, por parte de nuestros abuelos, aquel ocurrido en las primeras dos décadas del siglo XX acerca de la entonces llamada gripe española, que cobró la vida de millones de mujeres y hombres.

Hoy enfrentamos una pandemia que no sólo se inscribe como la primera a gran escala en el siglo XXI, es la primera que enfrenta un mundo globalizado, prácticamente en todo el orbe y que, como nunca, está interconectado a través de la ciencia y la tecnología creada por los seres humanos, lo cual, a velocidad inmediata, nos pone al tanto de todo, minuto a minuto.

No podemos dejar de admirarnos de lo que la inteligencia humana ha alcanzado, pero ante esta pandemia es innegable no dejar también de admirarnos por vivir con un virus que hasta el día de hoy, según la Organización Mundial de la Salud, ha contagiado a un millón 696 mil 588 personas y ha cobrado la vida de 105 mil 952, pero sobre todo la incertidumbre de la evolución de este fenómeno, en tanto no se encuentre la medicina para combatir de forma cierta y eficaz. Es por esto indispensable pensar en mañana.

El ritmo de la vida no podrá volver a ser igual. Somos una sociedad que había olvidado, ante su crecimiento y evolución, aspectos fundamentales de la vida que, ante esta dura realidad, deberá repensar y cambiar.

Me referiré a un aspecto esencial de la vida humana, del que hoy deberemos aprender y retomar como enseñanza ante el dolor de esta tragedia.

Revalorar el tema de la salud desde un enfoque humano en el que no sólo deberemos reconstruir un sistema de salud igualitario para todos, sino también revalorar a las mujeres y hombres de este sistema, a quienes en la cotidianidad damos por hecho que están ahí, pero en nuestra acelerada vida no nos cuestionábamos su realidad.

Y no me refiero sólo a nuestros doctores y doctoras, enfermeras y enfermeros, sino a todos los seres humanos que forman parte del sistema de salud público y privado. Me refiero por igual a un afanador o a una secretaria que en su hospital o clínica enfrentan el combate, de una u otra manera, la enfermedad de millones de personas, en donde todos son indispensables.

Más allá de sus ingresos, ¿cuál es la realidad de vida de los que hoy llamamos la primera línea de defensa en esta guerra contra el Covid-19? ¿Cuáles son las condiciones de la vida cotidiana de los servidores de la salud y sus familias? ¿Son suficientes las becas educativas para aquellos que deciden dedicarse a salvar vidas? ¿En que condiciones físicas laboran día con día los trabajadores de la salud? ¿Cómo llevar a la realidad el valor a las personas que hoy ponen en riesgo real su vida y la de sus familias?

Las circunstancias de hoy no nos pueden llevar a complacernos mañana, en una supuesta ayuda a los trabajadores de la salud que se traduzca en caridad por el momento en que vivimos.

Deberemos volver a colocar en el centro de nuestra atención a la salud, y para ello será imprescindible revisar y corregir el valor que tienen cientos de miles de personas en cuyas manos está nuestra vida.

El reconocimiento a los hombres y mujeres que tienen que ver con la salud, deberá traducirse en hechos, no sólo en revalorizar su trabajo en lo económico, sino también en el conjunto de prestaciones de seguridad social para ellos y sus familias. No hacerlo así, sería tanto como no aprender de esta terrible realidad lo frágiles que seguimos siendo ante un mundo que está muy lejos de demostrarnos que salud es lo primordial para vivir.

Seguramente el dolor de estos momentos nos marcará como generación y seguramente saldremos adelante, pero las enseñanzas deberán ser muchas, y una indispensable deberá ser reconocer que nuestro gasto en salud debemos de verlo como la mejor inversión del futuro, pues por básico que suene hoy, sin salud no hay nada.