Opinión
Ver día anteriorLunes 13 de abril de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Desde el otro lado

Pésima señal

E

l 9 de diciembre del año 2000, la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos tomó una decisión que cambió el rumbo de la nación en los siguientes ocho años: ordenó que se suspendiera el conteo de votos en el estado de Florida, iniciado con la intención de definir al ganador de la elección entre George W. Bush y Al Gore. Con su decisión, de facto, declaró a Bush como presidente del país. Independientemente del juicio que la historia haga del gobierno de Bush, la primera víctima de la intromisión de la Corte en las elecciones fue la democracia de la que los estadunidenses se sienten tan ufanos.

La semana pasada sucedió algo que pudiera ser sintomático de tiempos venideros. El gobernador del estado de Wisconsin decidió posponer la elección que debía celebrarse el martes 9 de abril, tomando en consideración la dificultad de los electores para votar personalmente por las condiciones críticas que todos conocemos. Consideró que la mejor forma de hacerlo era mediante el correo, y para ello amplió el periodo para votar por ese medio. A contracorriente de la decisión del gobernador, e ignorando los riesgos para los funcionarios de las casillas y de los electores, la Corte estatal ordenó seguir adelante con la votación en el día fijado, y quienes no pudieran hacerlo personalmente debería depositar su voto en el correo el mismo martes. La controversia llegó a la Suprema Corte de la Nación. Los cinco de los magistrados conservadores votaron a favor y los cuatro liberales en contra, y en consecuencia, la elección se efectúo el martes.

Lo que se deriva de este zipizape es que, de continuar la emergencia por el Covid-19, será difícil que un gran número de votantes lleguen a las urnas el próximo noviembre. Al margen de esta coyuntura, la evidencia histórica es que el liderazgo republicano se ha valido de mil y una estratagemas para coartar el voto de millones de personas. Su intención es evitar por todos los medios que haya una gran afluencia de votantes, pues está probado que los candidatos de ese partido se benefician cuando hay una baja votación. Por esa razón, una vez más, tratarán de coartar el voto postal, al margen de que las condiciones no sean las más propicias para que los electores lo hagan personalmente. La disputa por el método y los tiempos para votar será farragosa, y como sucedió en 2000 el litigio podría dirimirse nuevamente en la Suprema Corte, donde la mayoría conservadora tendrá la última palabra. El fantasma de 2000 reaparece.