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Chile, México y Brasil han tomado el enfoque errado: Experto

Covid-19 revela la improvisación de gobiernos en América Latina
Especial Para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 5 de abril de 2020, p. 24

Santiago. Guillermo Paraje, doctor en economía de la Universidad de Cambridge y especializado en temas de salud, acaba de terminar su cuarentena forzosa de dos semanas, tras retornar de Irlanda, donde participó en la sexta Conferencia Mundial de Políticas sobre el Alcohol.

“Todos los pubs y restaurantes estaban llenos. No vi grandes medidas de protección (…) Pero estuve justo antes de que comenzaran las altas tasas de mortalidad en Italia, que fueron lo que ha hecho tomar conciencia”, comenta.

Paraje, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez y cuyas áreas de investigación son la reforma de los sistemas de salud, la economía de las adicciones y el desarrollo económico, dice que la crisis sanitaria global probará cuán resilientes son los sistemas de salud y evidenciará el enorme costo y presión que ejercen sobre ellos el tratamiento de condiciones crónicas prevenibles, producidas por tabaco, alcohol, alimentos no saludables y polución.

–La crisis hace reflexionar sobre lo que implica tener o no servicios públicos de alta calidad ¿Cuáles aspectos es imprescindible corregir para elevar la capacidad de respuesta en una situación como la actual? 

–Una cosa es la prestación y aseguramiento público de salud y otra la salud pública, que es cómo se organiza la sociedad para dar solución a los problemas sanitarios. Esa organización puede incluir al sector privado. Lo que ha fallado en numerosos países es la salud pública, es decir, esta respuesta social. El Covid-19 ha desnudado la improvisación, la falta de respuestas rápidas y de estrategias para controlar una pandemia. Hemos tenido avisos, como las epidemias de SARS, MERS y A/H1N1, que la mayoría de los países sufrieron sin sacar lecciones importantes. Ante una situación como esta los servicios de salud, públicos y privados, se ven desbordados. Y el Estado no tiene capacidad para gestionar el aislamiento en grupos grandes, de desplegar rápidamente un contingente organizado para tareas de seguimiento, de trazabilidad de casos, etcétera. Eso es falla del Estado y su solución es bastante compleja.

–¿Una crisis sanitaria como la que se vive obliga a qué mínimos de centralidad y de coordinación de los gobiernos?

–Hay países descentralizados, como Alemania, que han respondido bien. Otros centralizados, como Corea, que han descentralizado tareas, el testeo, por ejemplo. En ambos casos, el problema no es descentralizar tareas, sino tener una coherencia en las decisiones y, por supuesto, una autoridad sanitaria que coordine. Esto falta en la región. Un país federal como Argentina tenía al inicio de esta crisis un solo centro de análisis de muestras (…) Lógicamente, eso causó un colapso rápido en la capacidad de respuesta de ese centro. ¿Eso es por falta de centros en el resto del país capacitados para testear? No: es pura y simplemente desorganización y falta de previsibilidad.

–Las crisis financieras implicaron recortes en los presupuestos públicos, incluida la salud. La situación indica actuar en sentido inverso, lo cual provocará el debate acerca de cómo mayores impuestos afectan la actividad económica. ¿Es posible prever que ese ideologismo pueda ser resuelto?

–No lo sé. Habrá que ver cuáles son las secuelas sociales que deja esta crisis. No creo que después de esto se decida cambiar el enfoque social que se ha tenido sobre la salud. Ojalá que sí.

–Si así fuera, ¿acaso no estarían los gobiernos repitiendo el mismo error que usted denuncia, la incapacidad de sacar lecciones? Y el estrés al que está sometida la salud pública, acaso no hace inevitable replantearse el enfoque?

–Totalmente, estarían repitiendo los mismos errores. Pero así funciona el ciclo político. Es raro, sobre todo en democracia, que un gobernante quiera asumir los costos que implica realizar cambios estructurales, cuando los beneficios se los llevarán otros gobiernos. Lamentablemente, funciona así a menudo. Yo creo que van existir demandas sociales crecientes para mejorar la salud de las poblaciones, pero vienen desde hace años. También hay demandas para mejorar educación, pensiones, protección a desempleados, etcétera. Ojalá que me equivoque, pero no veo grandes cambios en esto.

–Hemos visto en Chile y en otros países una reticencia de los gobiernos a parar completamente las actividades, bajo el precepto de proteger la economía y el empleo. ¿Qué resultará finalmente más costoso?

–No creo que sea posible estimar el costo, nadie lo sabe. Creo que hay países, como Chile, México, Brasil que han tomado el enfoque errado de no cerrar las ciudades lo más que se pueda. Ojalá me equivoque pero me parece que en un par de semanas podemos sufrir las consecuencias de este enfoque.