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Enfrentan solos la contingencia

En el desamparo, adultos mayores salen a resolver sus necesidades diarias

Adquirir sus alimentos, caminar por prescripción médica o atender un negocio, entre las razones

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Voy sola, pero caminando despacito, dice Elena Álvarez, quien tiene que caminar por los problemas que sufre en sus piernas.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de marzo de 2020, p. 30

En medio de la contingencia por el Covid-19, adultos mayores se ven obligados a salir de sus casas a comprar sus alimentos o a trabajar, pese a los llamados de las autoridades de permanecer en casa para evitar la propagación de contagios.

En mercados públicos, por ejemplo, es común ver a personas con andaderas o bastón, quienes además de pertenecer al sector de mayor riesgo por el coronavirus, arrastran enfermedades crónicas que agravan su situación.

Tal es el caso de la profesora Esperanza Sánchez, de 70 años, quien es hipertensa y tiene que salir a comprar su comida porque no tiene quién lo haga por ella, además de que por su enfermedad no puede cocinar.

Ella es una de las decenas de mujeres adultas mayores a quienes se puede ver en el mercado Ramón Corona, de la colonia Industrial, en Gustavo A. Madero; también Elena Álvarez, de 84 años, quien asegura que sale a la calle ayudada de una andadera porque su médico le recomienda que salga a caminar, por los problemas que tiene con sus piernas.

Voy sola, pero caminando despacito, dice la señora, quien mantiene a su hija viuda y su único ingreso es la pensión alimenticia que le otorga el gobierno federal.

También hay quienes pese a la emergencia sanitaria deciden arriesgarse y salir a comprar comida para la única compañía que tienen: sus mascotas. Tengo pájaros y están acostumbrados a comer fruta. Tengo que salir, expresa Guadalupe Suárez, de 72 años.

Modesto Pérez, de 65 años, asegura que vive al día y tiene que salir a atender su puesto en el mercado Beethoven, aun cuando sus ventas han disminuido en más de 50 por ciento.

Tenemos que trabajar, si no, qué comemos, expresa el hombre, quien agrega que pese a las recomendaciones continuará abriendo su local en el que vende comida para mascotas. Tenemos miedo (al coronavirus), pero nos en­comendamos a Dios, dice.

Empacadores de tiendas pierden su ingreso

En las tiendas de autoservicio, los adultos mayores que envolvían las artículos de los clientes ya no asisten por ser población vulnerable al Covid-19, situación que algunos clientes lamentaron porque era una fuente de ingresos para esas personas.

De hecho, según explica Ana María, de 75 años y ex empacadora en la bodega de una famosa cadena de supermercados al norte de la ciudad, para que una persona sea aceptada en esa labor es necesario que cumpla varios requisitos, como contar con un seguro y ser pensionado; pero no hay un límite de edad, mientras puedan desempeñar esa labor.

Señaló que en lo particular sus ingresos por propinas variaban entre 250 pesos –en un día malo– y 600 –en día de quincena–, y hasta mil 800 pesos en navidad y año nuevo.

Muchos de estos adultos confían en que al concluir la contingencia puedan regresar a esa labor que les permite, además de ingresos, oportunidades de convivencia, distracción y ocupación, dijo.

Se sabe que algunos de los adultos mayores, ex empacadores, han buscado la posibilidad de trabajar como acomodadores en los estacionamientos de las mismas tiendas.