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Ver día anteriorMartes 10 de marzo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¡Mátalas!
S

e agrieta y resquebraja el imperio de la galantería, ejercida impunemente como piropo, acoso, tocamiento, roces, o francos excesos del poder macho, o ir más allá y violar a una mujer por la fuerza o por el poder de una posición en el mundo laboral, o porque es una mujer y es suficiente.

Empieza a caducar el mandato de feminidad según el cual el cuerpo de las mujeres es defectuoso o deficiente y, por tanto, ella debe arreglarse según las exigencias de la belleza patriarcal aquí o allá; tambalean los concursos de belleza, las Miss mundo y la exhibición de los cuerpos femeninos mercantilizados.

Han comenzado a ser sitiados el maltrato y la violencia feminicida. Pero, con ser todo lo anterior tan nuestro mundo, es un asunto de clases medias y altas. Las mujeres del inmenso espacio de la pobreza y del precariado son animales de carga, esclavas al servicio del macho, criadoras exclusivas de los hijos, mujeres tundidas brutalmente y también torturadas o asesinadas.

Los hombres se saben y sienten tan dueños del mercado de la carne femenina, que ahí sigue sin cambio alguno la publicidad con su irrefrenable uso de estereotipos de género o la cosificación del cuerpo femenino, asociada al consumo de absolutamente todo. Las mujeres también son consumibles.

Los hombres se sienten tan dueños de gallinero, que pueden componer una canción como Mátalas, escrita por Manuel Eduardo Toscano y vuelta éxito musical desde hace años por Alejandro Fernández: Consigue una pistola si es que quieres, o cómprate una daga si prefieres, y vuélvete asesino de mujeres, para después dizque jugar con la ambigüedad: “¡Mátalas!, con una sobredosis de ternura, asfíxialas con besos y dulzuras…”, etcétera, ¿una sobredosis de esas con daga y pistola?; ocurre que puedo matarla cínicamente jugando y en los brutales hechos.

Presidente, quienes estamos en favor de la 4T sabemos que las derechas de pronto se han vuelto feministas, para hacer de su feminismo un arma contra su gobierno. Sabemos de su buena fe y de su honestidad, pero respecto de la inmensa circunstancia –la mitad del mundo– de las demandas de igualdad de las mujeres y del ¡ya basta! de la violencia y el feminicidio, esas prendas suyas son insuficientes. Usted no puede decir que no tenía presente, que no sabía lo que habría de ocurrir el lunes 9 de marzo. Lo que ha ocurrido es un grito desesperado de las mujeres por cambiar un mundo que las maltrata sin fin y las mata. Es ese grito lo que usted no tiene presente. Usted no puede hacer la fácil conexión: corrupción -> desigualdad -> violencia contra las mujeres. Es el problema más grande con que vive el planeta. La dominación patriarcal de las mujeres abarca la historia desde el neolítico, hace 6 mil años, y ha cobrado formas particulares con las distintas formaciones sociales de esa historia. Aquí y en China, literalmente. Estamos obligados todos los hombres a enterarnos de las teorías feministas, de la historia intelectual de los feminismos, en beneficio de todos y todas. Tenemos todos y todas que ir aboliendo el mundo patriarcal con nuevas feminidades y nuevas masculinidades que nos vuelvan humanos, de verdad humanos; usted que es y quiere ser humanista, de­bería profundizar en el origen de la desigualdad de género y de su patógena faz asesina.

Combatir sin tregua la violencia ma­chista demanda convertir lo privado en público. El maltrato, el abuso, la violencia, ocurren mayormente a la sombra de los espacios privados: la casa familiar y los espacios laborales: las empresas, los talleres, la escuela, las instituciones de gobierno… Se han anunciado pasos para ir convirtiendo lo privado en público. Frente al acoso y maltratato de 26 por ciento de las mujeres en el espacio laboral, Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo, presentó el modelo de Protocolo para Prevenir, Atender y Erradicar la Violencia Laboral, que busca que cualquier tipo de empresa lo adopte. Muy bien, pero también debe ser llevado a las instituciones de gobierno. Frente al maltrato y la violencia perpetrados en la casa familiar, Olga Sánchez Cordero ha propuesto convertir las escuelas de los niveles de prescolar, primario y secundario, en refugios temporales para mujeres. También muy bien. Pero, en ambos casos –mediante acuerdo con las mujeres víctimas del machismo en todas sus formas– empresas, instituciones públicas, y esas escuelas, hagan públicos todos los casos que pasen por sus manos y conocimiento; y que, mediante un acuerdo análogo, puedan ser llevados a juicio los ­maltratadores.

Una forma más en que lo privado se convierte en público: circula para firma de adherentes un pronunciamiento contra Ranulfo Romo, investigador del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde 1989. Desde su poder académico, señalan las denunciantes, ha acosado a mujeres estudiantes, administrativas y colegas, en su laboratorio. Acusan a la UNAM, al Conacyt y a El Colegio Nacional de haberlo protegido y multipremiado durante su vida académica.