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Sin inversión, nulo crecimiento // ¿Boicot del sector privado?

E

n la cúpula empresarial aseguran que no hay boicot del sector privado para dejar de invertir en el sexenio de López Obrador, y que en esa materia los indicadores descendentes que se reportan sólo implican que los dueños del dinero evalúan el riesgo y el rendimiento. Todo bien, pues, por mucho que un mes sí, y el siguiente también, la inversión cae.

Según el registro del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, la inversión pasó a terreno negativo y su evolución se debió al comportamiento de sus principales componentes: en maquinaria y equipo se deterioró menos, al ir de una caída de 9.15 a una baja de 0.15 por ciento entre diciembre de 2018 y 2019; en construcción, de un descenso de 7.99, en el doceavo mes de 2018, a uno de 5.01 por ciento en diciembre de 2019.

El caso de la industria de la construcción es alarmante, pues es uno de los sectores con más generación de empleo y ocupación. Al respecto, el Instituto para el Desarrollo y el Crecimiento Económico –de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes– subraya que la caída en esta actividad durante 2019 mantiene viva una de las herencias menos favorables para la economía y sociedad mexicana: sin infraestructura moderna y de calidad se prolongan las condiciones restrictivas que impiden la superación de la pobreza, la informalidad y la marginación en la que viven millones de mexicanos.

En los últimos 40 años el Estado acumuló un pasivo con la sociedad mexicana: implementar una política económica capaz de consolidar pilares sólidos de crecimiento económico y desarrollo social. Sin infraestructura moderna y de calidad se perpetúan las condiciones sociales restrictivas

Para revertir lo anterior se requiere una estrategia nacional que permita integrar en una sola dirección la acción del Estado con la satisfacción de las necesidades de la sociedad en materia de infraestructura al mismo tiempo que ello se genera a través de un Acuerdo Nacional que gire en torno de la colaboración de las empresas mexicanas en el sector de la construcción, las empresas que fabrican los insumos intermedios en México y la participación del sector educativo en la elaboración de planes, programas y el recurso humano pertinentes a las necesidades de cada región y sector productivo.

Ante la caída del producto interno bruto en 2019, la desaceleración industrial mundial, el problema de salud pública y la volatilidad financiera que ha generado el coronavirus, así como la urgencia de resolver los problemas estructurales de México, se hace necesario instrumentar una política económica integral que tenga como objetivo al crecimiento económico basado en el fortalecimiento del mercado interno: se debe evitar que los efectos adversos lleguen al mercado laboral.

El camino directo se encuentra en la reactivación de la construcción: nuevas inversiones que utilicen lo hecho en México para atender las necesidades de la sociedad nacional. Representa la única forma de preservar el empleo e incrementar la inversión sin depender del volátil entorno internacional.

Al cierre de 2019, según el Inegi, 20 estados de la República mantenían tendencia a la baja en construcción, lo que permite entender la caída promedio en el sector durante ese año (-8 por ciento). La tendencia negativa es destacada en las entidades con mayor pobreza: Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla y Michoacán, por citar algunos ejemplos.

En 2019 se presentó un cambio estructural en el sector de la construcción que no ocurrió ni durante la crisis de 2009: el retroceso inició un proceso que no sólo implicó un cambio de nivel a la baja, sino la ruptura de su comportamiento estacional que aún no toca fondo. Por ello existe una baja en el PIB potencial del sector.

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