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México SA

Del pánico sanitario al financiero// Herrera insta a acelerar el gasto público

D

e provocar el pánico sanitario, el coronavirus pasó a estimular el pánico económico-financiero, y si bien en el primero de los casos el sistema hospitalario internacional ha reaccionado con toda su capacidad para controlar su propagación, en el segundo el miedo lleva la delantera y todo tiende a desbocarse, justo cuando la economía global no pasa por su mejor momento.

En el caso mexicano, ayer el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, salió a decir que existe poco margen de maniobra, por lo que tenemos que gastar rápido, adelantar calendarios, de tal suerte que se acelerará el ejercicio presupuestal, amén de tomar medidas coordinadas con el Banco de México.

De acuerdo con el funcionario, se debe acelerar mucho más el gasto público, asegurarnos de que todo el presupuesto quede contratado en las próximas semanas, en el entendido de que lo normal es que las contrataciones se realicen en mayo o junio de cada año.

En vía de mientras, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) propone que México se prepare para enfrentar los efectos económicos y financieros del problema de salud pública generado por el coronavirus. A la fecha se pueden cuantificar cuatro efectos inmediatos: la caída bursátil, la depreciación del peso, la contracción del precio del petróleo y la pérdida de valor del oro. Todo ello atribuible a la incertidumbre, volatilidad y salida de capitales que ha ocurrido en todo el mundo, pero se exacerba en las economías emergentes.

Además, según el IDIC, falta un efecto que ya se incuba en el sistema económico, pero sus cifras tardarán en ser públicas: el debilitamiento de la industria manufacturera y del comercio internacional asociado. Un menor crecimiento económico global puede provocar que se exacerbe y generalice la tendencia industrial negativa observada durante un año.

Por ello México no debe subestimar el entorno negativo que se configura, sobre todo porque el quinto efecto tendrá impacto directo sobre el empleo y el bienestar social. El país llega a esta coyuntura con una economía en recesión, un sector industrial debilitado tras 15 meses de caídas consecutivas y un mercado laboral precarizado.

Para el IDIC es necesario ponderar de manera correcta el mensaje global (reflejado en la sacudida de los mercados), al tiempo que hay que estar atentos al comportamiento de los principales indicadores, como en el caso de las manufacturas chinas, que cayeron de 54.1 a 29.6. Un nivel inferior a 50 puntos señala a una economía que entra en desaceleración, la cual, sí la debilidad se prolonga, podría convertirse en recesión. Cuando se pondera que China genera 24 por ciento del valor agregado de las manufacturas globales y que es el líder exportador en este tipo de bienes, se debe poner en su justa dimensión lo que está ocurriendo.

Si bien no se debe caer en el extremo negativo, tampoco se debe minimizar lo delicado de la situación. En otros momentos en México se etiquetó como catarrito lo que era la mayor crisis global registrada desde 1929.

Ante tal panorama, subraya el instituto, México debe preparar un programa contingente para enfrentar el nuevo desafío global; es momento de un acuerdo nacional que permita unir esfuerzos ante el escenario contingente de una desaceleración económica mundial. Hasta ahora se tiene evidencia de los efectos a corto plazo, fundamentalmente registrados en los mercados financieros y petrolero. No obstante, se debe considerar que hay uno que ya se está incubando: la contracción de las manufacturas. La caída de los indicadores en China de dicho sector sólo representa la primera señal.

Las rebanadas del pastel

Dice el director general de Citibanamex, Manuel Romo, que los empresarios mexicanos no preparan un boicot para dejar de invertir en el sexenio de López Obrador, y que sólo se trata de evaluar riesgo y rendimiento. Pues qué bien lo disimulan, porque la inversión privada no trasciende el discurso y se mantiene en el suelo.