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Rumbo al exilio final, obra de Bárbara Jacobs, hace conciencia de cómo despedirnos de la vida
 
Periódico La Jornada
Viernes 21 de febrero de 2020, p. 3

El libro Rumbo al exilio final fue escrito en 20 días, y representa esa conciencia con la que debemos vivir: ‘‘no es sólo saber que vas a morir, sino saber cómo despedirte. Es una conciencia del instante”, dijo su autora, Bárbara Jacobs, en la presentación de ese título en la sede de ediciones Era, en la colonia Roma.

Jacobs ‘‘escribe Rumbo al exilio final como una especie de mirada retrospectiva, aunque mira hacia atrás también mira hacia adelante”, expresó el escritor Alberto Ruy Sánchez. ‘‘No es melodramático, y sí profundamente verdadero, habla de exiliarse de la vida, de poner las cosas en orden y me hizo pensar que mi desorden es una negación de la muerte. Ese desorden me hace pensar que habrá tiempo de encontrar lo desplazado o perdido”.

Intento declarado de poner las cosas en su lugar

En Rumbo al exilio final, Jacobs, colaboradora de La Jornada, ‘‘habla de ordenar sus papeles; es un intento declarado de poner las cosas en su lugar, el pasado en el presente y el presente en el pasado”, añadió Ruy Sánchez.

Y señaló que este nuevo texto ‘‘que llama autobiografía intelectual, es un manifiesto de su estar en el mundo como escritora y como persona. Creo que no es un testamento, su testamento es su libro anterior, La buena compañía (publicado también por Era), y si Rumbo al exilio final no es un testamento sí es una visión, una puerta abierta a una dimensión profunda de ella y eso es la literatura: hurgar en las dimensiones humanas más profundas”.

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▲ Bárbara Jacobs, en la sede de Ediciones Era, donde presentó su libro.Foto Jesús Villaseca

Rumbo al exilio final fue un proyecto que Bárbara Jacobs tuvo durante muchos años, desde los 12, cuando comenzó a llevar un diario de manera cotidiana y es un agradecimiento ‘‘a todos aquellos que intervinieron y me hacen sentir que soy escritora”, y sí, es poner orden en sus cosas antes de ese exilio final: está catalogando su biblioteca con ayuda de un bibliotecario profesional, sus papeles, y ya ordenó sus diarios.

Escribí ese libro ‘‘por esa conciencia de que debía hacerlo, y lo escribí en 20 días donde pudiera y como pudiera. Lo escribí muy rápido y mi editorial lo publicó más rápido”; eso representa ‘‘una palomeada enorme en mi lista de pendientes para dejar todo en orden si mañana me sorprende la muerte”, concluyó la autora.