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Crisis Irán-Irak

Creó un eje de resistencia contra EU

Qasem Soleimani, el estratega de Al Qods
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▲ Mujeres con carteles del general Qasem Soleimani en Teherán.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de enero de 2020, p. 16

Qasem Soleimani, el líder de la fuerza Al Qods de la Guardia Revolucionaria, no era un Osama bin Laden ni un Abu Bakr al-Bagdadi, ambos líderes asesinados por Estados Unidos, sino por el contrario, jugó un papel fundamental en la derrota de Al Qaeda y el Estado Islámico (EI, también conocido coMo ISIS) que asoló Irak y Siria.

El sitio de la Red Mundial Socialista tachó de ignorantes y dignos de matones los comentarios del presidente estadunidense Donald Trump, desde sus club de golf en Mar-a-Lago, en los que alardeó de matar al terrorista número uno del mundo, y afirmar que Soleimani planeaba inminentes ataques contra personal diplomático y militar estadunidense.

Trump acusó al genera iraní de haber perpetrado actos de terror para desestabilizar Medio Oriente durante los últimos 20 años y que al asesinarlo su gobierno había hecho lo que se debió hacer hace largo tiempo para salvar muchas vidas.

Según el diario británico The Independent, Soleimani era el más fuerte adversario de cualquier enemigo de Irán, temido por Israel, y su vida estaba constantemente amenazada.

Lo cierto es que Soleimani es considerado como el arquitecto de la estrategia que permitió en años recientes a Irán proyectar su poderío en toda la región, desde Líbano a Siria pasando por Irak y Yemen, y en palabras de Alí Soufan, un antiguo agente del FBI y experto antiterrorista, el general más poderoso de la región.

Soleimani nació en marzo de 1957 en la provincia de Kerman, en el sureste de Irán, a los 12 años trabajó en el sector de la construcción, pero continuó sus estudios y más tarde, en 1979 se convirtió en miembro del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI), informó Telesur.

Se unió a las fuerzas armadas en 1980, durante la guerra contra Irak, que causó más de un millón y medio de muertos en en ocho años.

Antes de convertirse en el general de división de Asuntos Exteriores de la división del CGRI, Suleimani fue muy activo en la lucha contra las drogas en la frontera entre Irán y Afganistán

A los 32 años, combatió con la División 41 de Saralá a los narcotraficantes y gracias a sus éxitos, en 1997, fue llamado a Teherán por el ayatolá Alí Jamenei, quien le nombró comandante de la fuerza Al Qods.

También jugó un papel destacado en organizar Hashd al Shaabi (milicias chiítas iraquíes Multitud Popular) –que forma parte de las Fuerzas Armadas de Irak– y la Fuerza de Defensa Nacional, una unidad formada en 2012 y organizada por encargo del presidente sirio, Bashar al-Assad.

Soleimani y sus fuerzas fueron a los dos países tras el pedido oficial de los gobiernos sirio e iraquí, que impidieron la caída de Damasco y Bagdad y el general desempeñó un papel importante para que Rusia se uniera a la lucha contra el flagelo del terrorismo en Siria.

“Qasem Soleimani lucha para proteger a la República Islámica de Irán. Para él, esta guerra es más religiosa que nacional (…)”, indicó Ali al-Adib, un alto cargo del partido islámico iraquí Al-Dawa, citado en un reportaje que hizo el diario Le Monde sobre el general hace dos años.

Le Monde tituló Qasem Soleimani, el Che Guevara de los iraníes e indicó que el general iraní se ha convertido en el hombre más fuerte en Oriente.

La fuerza Al Qods, que comandaba desde 1998, cuenta con entre 10 mil y 20 mil hombres y, como destaca Daniel Byman, profesor de la Universidad de Georgetown y experto del Center for Middle East Policy de Brookings Institution, se encarga de ofrecer entrenamiento, armamento, directrices organizativas y otro apoyo a un abanico de grupos proiraníes.

Así, ha trabajado con Hezbolá, el partido-milicia chiíta libanés, que prometió vengar su muerte y continuar la resistencia frente a Estados Unidos. Irán ha suministrado armamento a Hezbolá desde hace años por conducto de Siria y Soleimani mantuvo una estrecha relación con muchos de los líderes de la organización. Asimismo, Al Qods mantiene fuerte vínculos con los grupos palestinos Hamas o Jihad Islámica.

Soleimani fue clave en la lucha contra los talibenes en Afganistán. Tras un ataque en el país en el que murieron varios iraníes en 1998, en lugar de apostar por la intervención directa, optó por incrementar el apoyo a la Alianza Norte, que combatía a los talibanes e incluso llegó a dirigir las operaciones del grupo desde una base del otro lado de la frontera en Tayikistán.

Además, según cuenta Soufan en una extensa biografía publicada en el CTS Sentinel del Centro Antiterrorista de West Point en 2018, tras los atentados del 11 de septiembre dio instrucciones para que diplomáticos iraníes compartieran información sobre posiciones del talibán con Estados Unidos.

El acercamiento con el archienemigo quedó interrumpido luego de que el presidente estadunidense George W. Bush incluyó a Irán en lo que él llamó el eje del mal en 2002. Tras ello, y una vez iniciada la ocupación de Irak para desalojar del poder al presidente Sadam Husein en 2003, el general iraní ayudó a Siria a facilitar el traslado de yihadistas sunitas a Irak, además de enviar a milicias chiítas al país para luchar contra las tropas estadunidenses, cobrándose cientos de víctimas.

Con la instauración del nuevo gobierno iraquí en 2005, la influencia iraní en el país aumentó y con ella la de la Guardia Revolucionaria y Soleimani. Cuando en 2011 surgió la primavera árabe, el general vio una nueva oportunidad de incrementar la influencia tanto en Siria, país que desde hacía años estaba dentro de la órbita de Teherán, como en Irak.

Tras estallar la guerra en Siria, ordenó que algunas de las milicias que operaban en Irak bajo su mando acudieran en ayuda del presidente sirio, Bashar al Assad, además de crear grupos expresamente para tal fin, incluido uno de afganos residentes en Irán.

Según Soufan, las fuerzas bajo su mando fueron claves en muchas de las grandes ofensivas de la guerra siria. El general iraní contaba con su propio cuartel general secreto en Damasco –desde donde dirigía algunas operaciones–, en el que estaban presentes además de oficiales sirios representantes de Hezbolá y otras milicias.

Soleimani también influyó en la decisión de Rusia de implicarse en favor de Assad, en septiembre de 2015, en el conflicto interni sirio.

El general iraní, objeto de sanciones por parte de la Organización de las Naciones Unidas,se reunió en Moscú con autoridades rusas, inclusive con Vladimir Putin. La intervención de Moscú cambió el curso del conflicto, al igual que la de Hezbolá, también respaldada por el ubicuo militar iraní.

Por otra parte, el avance vertiginoso del Estado Islámico en Irak en el verano de 2014, que llegó a las puertas de Bagdad, empujó a Soleimani a trasladar algunas de las milicias iraquíes desplegadas en Siria de vuelta a Irak para defender el país, las cuales se organizaron bajo el nombre de Fuerzas de Movilización Popular.

Buena parte de dichas milicias estaban bajo el control directo de Soleimani y fueron claves en la lucha contra el EI. El general iraní fue fotografiado cerca del frente durante la reconquista de Tikrit en 2015.

Ese mismo año se abrió un nuevo frente en el que la presencia de Irán ha sido clave: Yemen. Aquí, Teherán se alineó con los rebeldes hutíes opuestos al gobierno, apoyado por una coalición militar que encabeza Arabia Saudita, su adversario en la región.

Soleimani vio en el apoyo a este grupo una manera de dañar a Arabia Saudita, por lo que procedió al envío de armamento. Con el paso del tiempo el apoyo ha ido en aumento y Teherán ha aprovechó su alianza con los hutíes para atacar al reino. Una prueba de ello es el atentado del pasado septiembre contra instalaciones de la petrolera Aramco, del que tanto Washington como Riad culparon a Irán.

Con todo esto Soleimani creó un eje de resistencia formado por Irán, Irak, Siria y Líbano que generó la preocupación tanto de Estados Unidos como de Israel.

Dentro de Irán, Soleimani es una figura reverenciada, considerado la mano derecha del ayatola Alí Jamenei, quien desde antes de su muerte lo nombró mártir viviente de la Revolución. Expertos en Irán estaban convencidos de que en un futuro no muy lejano el general pudo haber sido presidente del país.